El ‘psicofolk’ de Pez Mago o Fito

Otra semana más, el Palacio de Deportes, rebautizado con una marca comercial, vuelve a colgar el cartel “No hay entradas”. Esta vez le toca a Adolfo, Fito, Cabrales, el hombre que salió de Platero y tú para configurar Fito y Fitipaldis. Rock de siempre que abarrota dos noches un recinto de tal magnitud precedido por una formación emergente, Los Zigarros. Tal éxito, y los de semanas anteriores, no debe confundir: la crisis y la elevada presión tributaria (el famoso 21% de IVA a las actividades culturales) está causando también estragos en el panorama de la música en directo.

Por eso resulta valiente ahora propuestas como las de Pez Mago, el proyecto personal de Lucas Álvarez de Toledo, el guitarrista que en los últimos tiempos ha permanecido fiel a Jairo Zavala en la formación conocida como Depedro. En solitario, y con el sencillo nombre de Lucas, tiene también una reputada fama en el circuito de cantautores surgidos en el cambio de siglo. Con Pez Mago se atreve a ofrendar la canción de autor al rock de inspiración lisérgica, con una mirada hacia la simplicidad del folk. Dos discos avalan ya el nombre de Pez Mago, Hay alguien ahí, y el reciente Bailes de salón. En ambos, hay una apuesta universal y panamericana que intenta unir las músicas populares de las dos orillas atlánticas de habla hispana, desde una mirada europea nada condescendiente. Psicofolk que también bebe de las ensoñaciones mágicas de personajes como Jodorowsky y otros magos modernos.

Las canciones de Pez Mago, que exaltan la amistad, miran con recelo el enganche actual a la tecnología digital y a las redes sociales, hacen otra lectura de la crisis, inventan paisajes sonoros y navegan entre la realidad y la irrealidad, constituyen un pequeño tesoro en estos tiempos y pueden ser un bálsamo en estos días de fiesta donde el derroche y la exuberancia imperan. Un alivio para mirarse hacía dentro, en días de expansión.

El heavy patrio tuvo en Obús un referente en la década de los ochenta. Tras años inactivos, regresaron casi a petición popular, que reclamaba esa apuesta por los sonidos duros y las actitudes poco contemplativas. Acaso herederos de ellos podrían ser Hamlet, aunque lo de este grupo también madrileño se encuadre más en el hardcore propio de los noventa, es decir, rudeza a raudales, mucho ruido y voces enronquecidas. Amnesia se llama el disco que mañana defienden en directo. Mientras, la escena indie local sigue adelante a pesar de su saturación. Miss Cafeína, por un lado, y Funambulista, por otro, son los encargados de hacerla valer estos días. Choca, sin embargo, en el caso de Funambulista, el proyecto de Diego Cantero, un cantautor que empezó con propuestas muy alejadas.

Pero estos días de fiestas navideñas conviene también reparar en cómo se celebra el acontecimiento en tierras alejadas de Madrid. Es el caso del espectáculo Zambomba Flamenca, que dirige la cantaora María Mezcle. En Jerez de la Frontera, de donde procede, se conoce por Zambomba Flamenca —más allá del instrumento— a las fiestas callejeras improvisadas que reúnen a vecinos, viandas, bebidas y canciones para compartir alegría y felicidad en días tan señalados. Arte popular en estado puro, donde todo el mundo cabe mientras contribuya a la juerga y a la diversión desde el respeto y la solidaridad. Rumbas, fandangos, alegrías, tarantas, bulerías y otros palos para cantar al nacimiento del niño Jesús y a otras cosas buenas de la vida.

VIERNES: Pez Mago, Libertad 8 (Libertad, 8), 21:30. 10 euros. Funambulista, La Riviera (Pº Virgen del Puerto, s/n), 21:00. 11 euros. SÁBADO: Miss Cafeína, La Riviera, 19:00. 15 euros. Obús, Arena (Princesa, 1), 20:00. 18 euros. Hamlet, But, 19:00. 15 euros. SÁBADO Y DOMINGO: Zambomba Flamenca, Teatro La Latina (Plaza de la Cebada, 2), 12:30. Desde 15 euros. Fito y Fitipaldis + Los Zigarros, Palacio de Deportes (Av. Felipe II, s/n), entradas agotadas.