La ciudadanía, contra el racismo tolerado
Estamos convocados este jueves, Día de las Personas Migrantes, a denunciar los efectos venenosos y destructivos de las políticas municipales y nacionales
Ha pasado en Orriols, en la Fuensanta, en Benimaclet, en Russafa... Grupos fascistas que, bajo lemas indignos como España para los españoles o Los españoles primero, intentan sembrar en nuestros barrios y en nuestras calles el discurso del odio y la violencia contra las personas inmigrantes. Es un gravísimo problema. Pero aún lo es más que lo hagan con la pasividad de las instituciones, como es el caso del Ayuntamiento de Valencia. La razón es fácil de adivinar aunque difícil de aceptar: al gobierno del PP le favorece electoralmente la actuación de los grupos fascistas en su intento de responsabilizar a las personas migrantes de la(s) crisis que ellos mismos han generado. La mezquindad del Ayuntamiento de Rita Barberá, como de tantas otras instituciones gobernadas por el PP, le lleva a apuntar a la migración para evitar reconocer a los suyos como lo que son: los verdaderos culpables de la(s) crisis. Y así, por acción y por omisión, el gobierno municipal obtiene réditos de la criminal actuación de la ultraderecha.
El mensaje transmitido por el gobierno (nacional, autonómico, local) es claro: las políticas de ajuste o el recorte de los servicios sociales nada tienen que ver con su actuación, con los gobernantes corruptos o con su relación con la banca y las grandes empresas; todo es culpa de las personas migrantes. Por querer trabajar. Por aspirar a una vida digna. Por ser de otro color, hablar otro idioma, llevar una vestimenta diferente o tener otras costumbres. Por querer vivir. Por intentar lo mismo que todas las personas que están, ahora y antes, buscándose la vida fuera de España... ¡Ay, perdón!, esto no, que eso no es emigrar, es buscar nuevos horizontes. Se nos olvidó el eufemismo, disculpen.
Por supuesto, esto no es solo cuestión del Ayuntamiento de Valencia: el modelo pactado por las políticas migratorias excluyentes del bipartidismo e impulsado desde las instituciones nutre a la ultraderecha, criminaliza y estigmatiza a las personas migrantes y alimenta el racismo. Pero se revela en toda su crueldad irracional en la calle, en el día a día, en nuestra vivencia cotidiana en la ciudad. El racismo que permite que en Valencia haya un Centro de Internamiento de Extranjeros (¡CIEs NO!) objeto de denuncias sistemáticas por parte de las organizaciones en defensa de los derechos humanos. El racismo que consiente que en Valencia se practiquen redadas racistas todos los días. El racismo que impulsa las constantes agresiones a personas de otras etnias en nuestras calles. El racismo que impide el acceso al padrón a las personas migrantes sin vivienda y con ello las condena a la exclusión y les niega el acceso a los derechos más básicos (educación, salud, vivienda). El racismo que no impide la actuación de los grupos fascistas.
Pero lo vamos a impedir. No vamos a permitir que nadie quebrante la convivencia de una ciudad mestiza y luchadora, una ciudad por (re)construir y de la que estaremos sin duda orgullosas algún día. Nos lo ponen difícil, es cierto. Han saqueado las arcas públicas, nos han empobrecido, nos están privando de derechos. Pero tenemos una salida: cambiar la política y cambiar a los políticos. Porque sí se puede. Entre totes se puede. Podemos tirar a los corruptos y consolidar otra forma de hacer política que pase por un proceso ilusionante de participación ciudadana. Un proceso en el que personas, inmigrantes y autóctonas, codo con codo, empujaremos la unidad popular desde abajo; en el que convergeremos movimientos sociales de diversos sectores. Y en el que el poder de la ciudadanía forzará a quienes gobiernan a estar al servicio de las personas.
El esfuerzo ejemplar de movimientos sociales, grupos ciudadanos, asociaciones de migrantes y otros colectivos organizados de nuestra ciudad nos convoca este jueves, Día de las Personas Migrantes, a denunciar los efectos venenosos y destructivos de las políticas municipales y nacionales. No a la Ley Mordaza. No a las redadas. No a los centros de internamiento. No al racismo. No al fascismo y al odio. No a la exclusión. Desde Claro que Podemos invitamos a todas las personas a sumarse a un camino que nos va a permitir ganar Valencia y ponerla al servicio de quien siempre tuvo que estar: la ciudadanía, es decir, quienes vivimos y residimos en la ciudad.
Sara Verdú y Áurea Ortiz, de la candidatura Claro que Podemos Valencia
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