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Pop, ese concepto flexible

Peaking Lights son padres, pareja y, por fin, un dúo de California que presenta disco

Xavi Sancho
Peaking Lights, de izquierda a derecha: Aaron Coyes e Indra Dunis.
Peaking Lights, de izquierda a derecha: Aaron Coyes e Indra Dunis.David Black

Hace ya muchos años que en el mundo de la música pop no triunfar dejó de ser sinónimo de fracaso. La palabra pop ya no es una forma de referirse a algo que es popular y, por extensión, comercialmente rentable.

Hoy la palabra pop es un concepto total y absolutamente inabarcable. Pongamos como ejemplo a Peaking Lights, un dúo radicado en Los Ángeles e integrado por Indra Dunis y Aaron Coyes —un matrimonio con dos vástagos—, que acaba de lanzar su cuarto disco, Cosmic logic. Lo presentan el viernes en Taboo, en el marco del ciclo Sound Isidro. El álbum es, a excepción de un par de felices experimentos y alguna hipnótica letanía, un disco de pop. Pero nadie espera que sea un éxito en el sentido industrial del concepto. Y no porque ofrezca una aproximación a esta música especialmente obtusa o maneje referentes reivindicados solo desde la modernidad, la ironía, o ambas cosas a la vez, pues aquí se escucha a Prince, a Madonna o a Tom Tom Club. Simplemente, es un disco que pertenece al underground por tamaño. Es más fácil que alguien muera sin escucharlo que alguien lo escuche y no le guste.

Si tuviéramos un número uno no llegaríamos a ninguna meta

“Si mañana tuviéramos un número uno, no sentiríamos que hemos llegado a ninguna meta. Para nosotros, el éxito es simplemente hacer feliz a la gente que nos escucha. Pueden ser 100 o cien millones”, apunta Coyes, al teléfono desde una habitación de hotel en Bélgica. Su discurso es interrumpido por el llanto de su hijo menor. “La gente se sorprende de que demos entrevistas tan pronto, pero es que los niños se despiertan a las seis. Para mí, las diez ya es casi mediodía. Estoy agotado”, informa. Hoy la entrevista se ha retrasado media hora porque la pareja se llevó los niños a un parque y se perdió de vuelta al hotel. “Es la tercera vez que pasa desde que ha empezado la gira”, informa su tour manager, acostumbrado, sin duda, a que los músicos se le pierdan en circunstancias mucho más complejas.

Antes de convertirse en entidad pop, Peaking Lights fue durante tres discos un combo de ideario psicodélico, algunos dejes folk y cierto misticismo. Grababan en casa con la pequeña ayuda de un órgano Hammond, una caja de ritmos y varios descacharrados instrumentos de cuerda. De eso, en Cosmic logic, queda el título y poco más. Coyes lo aclara: “Me dio por deletrear mal Cosmic. Primero con ck al final, luego solo con una k. Entonces, Indra sacó la calculadora y tradujo las letras a números. Salían resultados que no significaban nada. Pero cuando lo deletreamos correctamente, lo que resultó fue 936. Y se hizo un enorme silencio”. El mismo que guarda el músico al terminar la frase, y el mismo con el que la sentencia puede ser recibida por cualquiera que no sepa que 936 es el título del segundo largo del dúo, publicado en 2011 y que les hizo destacar internacionalmente. “Nos apetecía probar algo distinto a todo lo que hemos hecho hasta hoy, arriesgarnos”, apunta el músico tratando de dejar claro que las coincidencias terminan ahí y que si se trata de buscar más paralelismos otro silencio llegará.

Los niños se despiertan a las seis, para mí a las diez es casi mediodía

“De los dos, yo soy el que siempre trata de empujar más para hacer cosas diferentes, hasta que se me va la olla y le debo pedir perdón a Indra por meternos en semejante lío. La grabación de este disco ha sido complicada, hasta el punto de que, en más de una ocasión, he tenido que pedir parar para poder desarrollar otros proyectos que ayudaran a oxigenarme. Hacer pop es muy complicado. Eso sí, todo tiene más energía, es más concreto, más finito”, dice Coyes, quien siempre ha tratado de que sus labores se asemejen lo menos posible a un trabajo. “Estuve empleado en una tienda de discos en Oakland. Tenía un stock brutal. Venía gente de Europa a comprar colecciones de 20.000 vinilos. Cuando entré me dijeron: ‘Tu trabajo será escuchar 12 horas de música al día’ ¿Trabajo? ¿A eso le llamáis trabajo?”. Más tarde, la pareja regentó una tienda de ropa y objetos de segunda mano en Madison, Wisconsin. De esa época guardan un puñado de discos que ayudaron a ampliar y refinar su gusto musical y muchos de los instrumentos que aún hoy usan, a pesar de contar con los enormes medios su sello, Domino, el mismo de Arctic Monkeys o Franz Ferdinand. “Cuando les comentamos que queríamos hacer un disco pop nos propusieron estudios y productores. Les dijimos que queríamos hacerlo en casa. Pensamos que sería un problema, pero lo entendieron. Supongo que su concepto del pop es flexible, como el nuestro”.

Peaking Lights. 7 de noviembre a las 21.30 en Taboo (Calle San Vicente Ferrer, 23). 17 euros; 20 en taquilla.

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Sobre la firma

Xavi Sancho
Forma parte del equipo de El País Semanal. Antes fue redactor jefe de Icon. Cursó Ciencias de la Información en la Universitat Autónoma de Barcelona.

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