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El Mercado de Fuencarral cerrará el próximo verano tras 17 años

Un fondo de inversiones, nuevo propietario del icónico espacio

Pablo León
Una imagen de archivo de una de las tiendas del mercado.
Una imagen de archivo de una de las tiendas del mercado.cristóbal manuel

El Mercado de Fuencarral cierra. Y esta vez parece que de verdad. “A finales de julio de 2015 despediremos con una gran fiesta este lugar que ha sido emblemático”, dice Ramón Matoses, propietario del inmueble hasta hace unos días. Cuenta que lo acaba de vender a un fondo de inversiones. La cantidad: “No se me permite divulgarla”, dice al teléfono. “En torno a los 22 millones de euros”, repican diversos medios en la Red. Este centro comercial alternativo abrió sus puertas en 1998, en la frontera entre Chueca y Malasaña, una zona entonces deprimida de Madrid, en una calle plagada de coches y con una aspiración underground. Ahora, las cierra en una de las avenidas más populares de la capital, dedicada en exclusiva a los peatones y compartiendo calle con Levi’s, Swarovski o Pepe Jeans.

 “Aquí se cocía todo lo que molaba en esa época”, recuerda Zaida Rodríguez, estilista de 33 años, que trabajó en el bar de este espacio poco después de su apertura. Estuvo cuatro años imbuida del espíritu del Mercado. “Era lo único que existía fuera de lo común: estaban las mejores tiendas de ropa, de música, de piercings y de tatuajes. Un pedacito de Londres en el centro de Madrid, en un barrio lleno de yonkis y de putas”, agrega, aludiendo al pasado reciente de la zona. Fue un brillo de modernidad en medio de la denominada cara b de la Gran Vía. “Se organizaban multitud de eventos culturales: fiestas, conciertos y había un dj pinchando permanentemente arriba”, recuerda una trabajadora de una de las tiendas. Se enteró ayer mismo de la venta. “Por un lado lo veíamos venir: esto ya no es lo que era”, se lamenta. “Pero me parece una putada”, añade, pensando que en breve se quedará sin trabajo.

Gi Jane es una de las tiendas que forman parte del Mercado desde sus orígenes. “Desde que nos instalamos aquí, hace 16 años, ha habido rumores de que esto lo iba a comprar Zara”, ironiza Isabel Moreno, una de las propietarias del comercio, dedicado a la ropa militar femenina. Es la segunda vez que vive el vértigo ante el cierre. “Hace cuatro años nos despertamos con la misma noticia y maneras semejantes”, dice. Los rumores de clausura le llegaron ayer por la mañana, a través de Internet. Por la tarde, recibió una llamada de Matoses anuciándole la noticia. “Me he quedado helada”. Es una de las pocas que opina sobre el cierre. En general, los comerciantes no quieren hablar demasiado. “Sí, nos lo han dicho hoy, pero solo trabajo aquí”, contesta lacónico el dependiente de Parafernalia Growshop. Luego enmudece.

Para Matoses esto funcionó porque “era una zona muy especial de Madrid, algo degradada y que requería de alguna acción para cambiarla”. Y cambió. El barrio no solo acogió a bohemios y modernos, sino que se ha convertido en uno de los más efervescentes de la capital. “La valoramos como una zona high street”, apunta Patricio Palomar, director de investigación de mercados y estrategia de inversión de la consultora inmobiliaria CBRE. Ese término inglés hace referencia a “calles con una densidad alta de tráfico de personas y por lo tanto en las que el volumen de compras es alto”, aclara. “Una zona de alto interés para el mercado”, agrega por si no ha quedado claro.

Para muchos, esa es la razón del cierre. “Creo que el concepto decayó y se vino un poco abajo, pero lo han dejado morir. No había interés en mantenerlo”, opinan desde otro de los locales. Prefieren no identificarse. “Este anuncio representa la mala gestión que ha hecho Ramón [Matoses]. La ha vuelto a liar”, agregan.

Poco después de que la venta llegase a Twitter, se comenzaron a mencionar varios nombres de franquicias. Palomar lo ve probable. Matoses asegura que no sabe en qué se convertirá el espacio. “No te quepa la menor duda de que me da mucha pena cerrarlo. Lo abrí yo. Es mi criatura, la he criado y la he mimado, pero las cosas tienen su ciclo”, concluye. Según parece, el del Mercado de Fuencarral ha llegado a su fin.

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Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.

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