El corsario de los condes de Empúries y otros vecinos
Un estudio ‘reconstruye’ Santa Creu, poblado ligado al monasterio de Sant Pere de Rodes
El poblado medieval de Santa Creu, en el Port de la Selva (Alt Empordà), tenía entre sus habitantes a un corsario al servicio de los condes de Empúries con vínculos en Marsella. Practicaba el corso: desde los puertos de Castelló d'Empúries o Roses hacía pequeñas expediciones a las costas granadinas y marroquíes para la captura de esclavos. Descubrir este y otros detalles del asentamiento será posible gracias al convenio entre el Departamento de Cultura de la Generalitat y la Fundación Albert Tomàs i Bassols de Llançà.
El objetivo es poner en valor el conjunto monumental de Sant Pere de Rodes, integrado por el monasterio de Sant Pere, el Castillo de Sant Salvador o Verdera y el poblado de la Santa Creu, con la iglesia de Santa Helena. Se pretende vertebrar un discurso más sugerente, no sólo basado en la arquitectura y el arte románico monástico: se trata de poner en valor un ejemplo único en Cataluña de asentamiento medieval y del orden de la sociedad feudal.
Gracias a este convenio, hasta el 2018 la Fundación Tomàs i Bassols financiará el trabajo de investigación documental. La importancia de este asentamiento, según el técnico en documentación antigua, Josep Maria Gironella, radica en que es el pueblo del monasterio: “Tienen unas ocupaciones y unos recursos porque es un pueblo de servicios vinculado al monasterio, el más importante del nordeste catalán”.
El proyecto contempla hacer el estudio documental de los Siglos XIV y XV del poblado. “Hacemos un vaciado a partir de los protocolos notariales de Castelló d’Empúries para saber quién vivía aquí arriba, cual era su oficio y sus ocupaciones, detalles muy importantes para ir conociendo la manera de vivir y la organización del territorio del Cap de Creus en el medievo”, asegura Gironella.
El de Santa Creu, uno de los pocos pueblos que se excava en estos momentos en Cataluña, “es fundamental para el análisis de este momento histórico: no estamos ante un poblado de campesinos, sino ante un poblado vinculado al monasterio y a la gestión de su patrimonio y riqueza”.
Gracias a los más de 2.000 documentos registrados hasta el momento, referentes a la primera mitad del XIV, se ha podido averiguar que había zapateros, sastres, taberneros, comerciantes, clérigos, y notarios, entre otros. El hallazgo de los registros de la propiedad de las casas donde aparece el nombre de los propietarios, se puede saber dónde estaban las casas, todas de grandes dimensiones para la época (entre 60 y 100 metros cuadrados y dos plantas). Esta documentación viene a reforzar los restos arqueológicos que han aparecido durante los más de siete años de excavaciones en el yacimiento (cerámicas, herraduras, tijeras, alfileres, dedales…). En total, se calcula que había una treintena de casas; hasta el momento se ha excavado en media docena.
“Santa Creu era, en cierta medida, el centro de servicios de esta zona de arriba en la montaña y donde los habitantes de las masías dispersas de otros núcleos podían traer sus excedentes agrícolas y adquirir los productos manufacturados que no podían producir ellos mismos”, mantiene Gironella. Esos moradores del poblado, a su vez, tenían una función de gestores, al mantener vínculos con personas con una representación especial con el monasterio, en particular con lo monjes más importantes que tenían oficio y cargo y responsables con la gestión de su patrimonio.
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