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El otoño teatral “posible”

El Festival de Otoño a Primavera recurre a figuras como Brook y Lepage para completar ocho meses de cartel con bajo presupuesto

Escena de 'The valley of astonishment', de Peter Brook.
Escena de 'The valley of astonishment', de Peter Brook. Pascal Victor

“La línea de programación sigue siempre el criterio de lo posible”. No es la primera vez que Ariel Goldenberg usa esta frase para referirse a su trabajo como director artístico del Festival de Otoño a Primavera. Tras años de gestión, la falta de presupuesto (congelado desde 2012 en 1,2 millones de euros, una tercera parte de la cantidad que llegó a alcanzar en 2005) da nueva vigencia a una frase que ya utilizaba para denunciar la falta de grandes teatros de la Comunidad, antes de que se pusieran en funcionamiento los del Canal.

Hace tres ediciones que la Comunidad de Madrid decidió transformar el formato del festival, alargándolo desde el otoño hasta el mes de junio, en una suerte de programación paralela. Lo hacían, aseguraban, porque la bajada del poder adquisitivo hacía imposible que el público comprara 10 entradas teatrales en un par de meses. “Parece que este formato ha funcionado, el año pasado tuvimos un 86% de ocupación”, asegura Goldenberg, que descarta abandonar esta forma poco habitual de festival expandido, aunque explica que “eso depende de los políticos”.

Para asegurar “lo posible”, el festival apuesta desde hace años por una doble línea de programación: por un lado, nombres conocidos que aseguren ocupación, por otro, propuestas más minoritarias que enriquezcan la muestra de arte contemporáneo y equilibren el presupuesto.

Así, en esta edición repiten grandes estrellas habituales del festival, como Peter Brook o Robert Lepage, que regresan este año a los escenarios del Canal con The valley of astonishment (apertura del certamen) y Needles and opium respectivamente. A ellos se suma el monólogo Green porno de Isabella Rossellini o un concierto de Marianne Faithfull (parte de la gira de su 50 aniversario sobre los escenarios) como apuestas de esta edición, papel que el año pasado ocupó Toni Servillo con Le voci di dentro.

Al despliegue de cabezas de cartel se suma la otra parte de la propuesta. Israel Galván lleva a escena Flacomen, estrenada el pasado abril, y se erige como representante de los jóvenes creadores de los que el festival se reivindica padrino artístico, como Angélica Liddell, que el año pasado abrió la cita con Todo sobre la tierra. Goldenberg destaca, además, dos grupos de artistas con más producción internacional que en España. Los británicos Blind Summit Theatre llegarán al festival con The table y su teatro de marionetas, y Antonio Ruz y Juan Kruz Díaz de Garaio Esnaola lo harán con Vaivén.

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