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FOLK | Ani Difranco
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La furia encantadora

La prolífica cantautora neoyorquina, ausente doce años de Madrid, entrega un concierto extraordinario por vigor, repertorio y fiereza guitarrística

Misterios de la vida concertística madrileña al final del verano: Ani Difranco llevaba doce años sin comparecer por la ciudad, no ha dejado de publicar discos y disfruta de su plena madurez a los 44 septiembres, pero anoche apenas 300 fieles la arroparon en la sala Arena. Quien no se decidiera a última hora hizo mal, porque la neoyorquina ofreció un concierto emocionante, corajudo, directo, pletórico de nervio y refulgente de sonido. Sensacional.

Mujer menuda pero arrolladora, a Difranco hay que reconocerle su absoluta vigencia tras un cuarto de siglo sobre las tablas. A los veinte títulos de abrumadora discografía se sumará el mes próximo Allergic to water, álbum que apetece descubrir por el título socarrón (Alérgica al agua) y un tema central que anoche pareció muy emotivo. El resto del menú, siempre en trío con batería y contrabajo, bordeó la delicatessen: Untouchable face quintaesencia las encrucijadas del amor que incluye un adictivo fuck you en el estribillo, Both hands se aproxima a un éxito y Swan dive proporcionó los momentos más excitantes con su rango dinámico brutal, ese tránsito del susurro al arrebato en un suspiro.

Ani no solo es volcánica y simpática (delicioso el desparpajo con que solventó Welcome to, de la que no logró recordar la primera estrofa), sino que supera la excelencia como guitarrista: pellizca las cuerdas con furia encantadora y dispone de un asistente que afina una y otra vez su envidiable colección de guitarras. Ninguna de las cantautoras de su generación ha podido seguirle el paso, se llamen Sarah McLachlan, Jill Sobule, Fiona Apple, Jonatha Brooke, Shawn Colvin, Lisa Loeb o Susan McKeown. Tampoco la antecesora más evidente, Tracy Chapman, a la que evocó en la final 32 flavors.

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