Dobles figuras
Dos grandes faenas de Hermoso y Ponce se quedaron sin premio por los aceros
Tarde de homenajes. Nunca se había visto en Bilbao un cartel formado por un rejoneador y un matador para conformar un mano a mano. Se planteó como un homenaje a dos toreros que cumplen 25 años de alternativa y que han marcado la historia reciente de la plaza de Vista Alegre.
Por fin respondió el público, que ocupó en tres cuartas partes los tendidos. Una buena entrada, a pesar de que la presencia de dos figuras en el cartel debería haber bastado para el lleno, pero tal y como están las cosas…
Fue público, del desinformado, del que acude a la fiesta por la fiesta, lejos de lo que exige el aficionado. Precisamente, esa una de las grandezas de la fiesta de los toros, que todo el mundo tiene voz y puede vivir el espectáculo con la pasión que le caracterice. Y los pañuelos son la voz del pueblo, algo sagrado.
Hermoso de Mendoza y Ponce
Un toro de Fermín Bohórquez, excelente, uno de Carmen Lorenzo y uno de Victorino Martín para rejones. Dos toros de Juan Pedro Domecq, serios de cara y justos de remate, uno sobrero en lugar del lesionado de Alcurrucén, y uno de Victorino Martín, pequeño y complicado.
Hermoso de Mendoza: dos pinchazos y rejón (saludos), rejón certero (dos orejas) y pinchazo, medio rejón y descabellos (silencio).
Enrique Ponce: estocada caída (saludos), dos pinchazos y estocada caída (silencio) y media estocada y cuatro descabellos (saludos tras aviso).
En el sexto, saludaron en banderillas Cándido Ruiz y Emilio Fernández.
Antes del festejo, hubo un aurresku de honor y placas de recuerdo para ambos actuantes, entregadas por el alcalde, Ibon Areso, y el presidente de la comisión taurina de la plaza, Javier Aresti.
Plaza de Toros de Vista Alegre. 19 de agosto de 2014. Tres cuartos de entrada. Cuarta de las Corridas Generales
Cuenta la Biblia que el pueblo judío enfervorizado exigió a Pilatos que liberara a Barrabás en lugar de a Jesús de Nazaret, es la crónica del primer error histórico de la democracia. Y ayer en Vista Alegre el pueblo pidió con fuerza las dos orejas para Hermoso de Mendoza en una faena vulgar, llena de tropiezos a lomos de Disparate, pero su acierto con el rejón le bastó para que el palco no supiese frenar la inconsciente petición popular.
Lo bueno lo había firmado Hermoso de Mendoza en el primero de la tarde. El navarro hizo su particular homenaje al caballo Chenel, que con catorce años ofreció un tercio de banderillas soberbio, perfecto. Falló matando, pero era faena de puerta grande si hubiera estado acertado con el acero. El toro de Fermín Bohórquez fue sensacional y Hermoso dejó claro por qué es la persona que ha cambiado la historia del rejoneo. Sin embargo, Bilbao no le obligó ni a dar la vuelta al ruedo.
Ante el Victorino, Hermoso cubrió el expediente y fue el sobresaliente, Sergio Domínguez, quien hizo lo más destacado.
Enrique Ponce también cuajó una faena de alta escuela. En el sexto, un sobrero de Juan Pedro Domecq, de los que le encantan al valenciano. Tomó con dulzura un sinfín de muletazos, por ambos pitones, largos, algunos más despegados, pero siempre eternos y haciendo unas curvas de ensueño. Fue la típica faena de Ponce en Bilbao, plagada de elegancia, con una docena de carteles de toros para el recuerdo, de las muchas que ha difuminado con la espada. Ni siquiera con el descabello lo enmendó.
El valenciano se fue a pie, pero dejó una faena para el recuerdo. El navarro se marchó en hombros y, aunque no fuera el premiado, firmó otro faenón. En el primero Hermoso y en el sexto Ponce, dos grandes figuras del arte del toreo
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