El Espanyol no arranca
Escaso de fútbol, el equipo blanquiazul gana el Ciudad de Barcelona ante el Génova y en los penaltis
El nuevo guion de juego de posesión que intenta escribir el Espanyol tiene demasiadas hojas en blanco, apenas algunos apuntes escritos. Meras intenciones de fútbol que no ayudan a camuflar las carencias. Al contrario, las exponen. Ejemplo de ello fue su torneo, el Ciudad de Barcelona, donde sólo pudo con el Génova —único rival de calado en una pretemporada casera y con oponentes menores— en la tanda de los penaltis, seco como está de juego y de gol.
No escondió las cartas de su once predilecto de la pretemporada el técnico Sergio González. Aunque tampoco cuenta con demasiados naipes ganadores en la baraja. Sin Caicedo, que ya dio muestras de lo que vino a hacer a Cornellà (firmó el gol del triunfo frente al Tenerife, pero ahora está con una inflamación en la fascia plantar del pie derecho), el entrenador del Espanyol decidió cambiar de sistema. Descartó de su libreto el 4-4-2 y situó a Salva Sevilla de crupier en la medular. Movimiento que pretendía fomentar las asociaciones en el medio, circular el balón con diligencia y eficacia. No acabó de funcionar.
ESPANYOL, 0 (5) – GÉNOVA, 0 (4)
Espanyol: Casilla; Arbilla, Álvaro, Colotto, Víctor Álvarez; David López, Víctor Sánchez; Montañés (Abraham. m. 85), Salva Sevilla, Lanzarote (Stuani, m. 57); y Sergio García. No utilizados: Pau López; Javi López, Duarte, Jordan y Jairo.
Génova: Perin; De Maio, Antonelli, Marchese; Izzo, Edenilson, Cofie, Greco; Iago Falque (Ragusa, m. 57), Pinilla (Sampirisi, m. 83) y Perotti (Marsura, m. 80). No utilizados: Lamanna; Bizarri y Alhassan.
Árbitro: Clos Gómez. Mostró la cartulina amarilla a De Maio, Greco, Álvaro, Pinilla y Salva Sevilla.
Cornellà-El Prat. 8.236 espectadores. El Ciudad de Barcelona lo ganó en Espanyol en la tanda de los penaltis (5-4), después de que Edenilson fallara su lanzamiento.
Resulta que con Salva Sevilla en la mediapunta, Víctor Sánchez se encargó de su faena: la contención. Un alivio para él porque el mediocentro sabe de lo que sabe y, acostumbrado a demoler, le cuesta ponerse el traje de arquitecto o descolgarse del eje para tratar de enlazar con Sergio García. Pero se echó de menos la iniciativa, sobre todo porque ni Salva Sevilla ni los extremos Lanzarote y Montañés, que actuaron a pierna cambiada, fueron capaces de hilvanar pases, armar el juego. Tampoco ayudaron Arbilla y Víctor Álvarez, que, tímidos y demasiado pendientes de sus parejas de baile, no aprovecharon el hueco a las espaldas de los dos carrileros del Génova. Y cuando se rebeló Arbilla, en una única ocasión, pisó la línea de fondo y sacó un centro perfecto para Sergio García. El remate, sin embargo, fue escupido por una estupenda parada de Perrin. Una oportunidad; ningún gol. Toda una alarma de cara a la Liga porque sin juego no hay peligro, porque para que Sergio y Caicedo tiren de puntería deben tener algún surtidor.
No le llegaba el balón a Sergio García que, como en la época de Aguirre, se las tuvo que ver con la soledad frente a los tres zagueros. Por lo que Colotto, en su intento de romper líneas, recuperó la vieja fórmula que quiere erradicar Sergio González: la del pelotazo al 9. Aunque por el momento tampoco carbura el equipo en la salida del balón, hechos un lío los defensas porque es un registro que no dominan. De hecho, las pocas veces que el Génova se arrimó a Casilla fue gracias a los fallos en la raíz.
Con poco más que ofrecer, el tedio se hizo amo y señor del partido. Nada por ningún lado. Por lo que cambió de nuevo la pizarra Sergio para volver a su 4-4-2 preferido. Stuani regresó a su poción natural de ariete (dejó la banda derecha que lo llevó al último Mundial) para intentar conectar con Sergio García. Sin éxito. El partido murió en el cero a cero y los penaltis fueron las únicas visitas a las redes de Cornellà. Hasta que Casilla le paró el último tiro a Edenilson y la Copa fue, al menos, la única buena noticia para el Espanyol.
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