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Los lugares de Raquel Peláez

De bares ‘garajeros’

La periodista propone algunos de los lugares de los que habla en el libro de crónicas madrileñas ¡Quemad Madrid! (o llevadme a la López Ibor)

Sergio C. Fanjul
Raquel Peláez, periodista de Vanity Fair y autora del libro '¡Quemad Madrid! (o llevadme a la López Ibor)'.
Raquel Peláez, periodista de Vanity Fair y autora del libro '¡Quemad Madrid! (o llevadme a la López Ibor)'.Kike Para

1. Club Financiero Génova. Es un club para caballeros al estilo británico. Su mobiliario señorial te lleva de viaje en el tiempo a una España que no existe, como de empresarios de la crisis del petróleo. Y la piscina que tiene en la azotea con vistas de 360º de la ciudad es fantástica. Pero no soy socia, claro (Marques de la Ensenada, 16).

2. Frontón Beti-Jai. Se me quedó fuera del libro por despiste, pero hay que reseñarlo: su nombre significa “siempre fiesta” en vasco. Para mí representa un símbolo de la dejadez del patrimonio que se ve en Madrid: tiene mucho valor histórico y arquitectónico, pero se cae a pedazos (Marqués de Riscal, 7).

3. Mayte Commodore. Es un restaurante que llevaba una señora santanderina Llegó a ser un referente (Franco lo frecuentaba). Ahora está cerrado, pero me gusta el edificio racionalista, de rollo Bauhaus, tiene un mirador de vidrio gigantesco que te hace preguntarte cómo puede estar vacío (Plaza de la República Argentina, 5).

4. Cafetería Portosín. Voy a comer muchísimos días. Me alucina ese interiorismo de bar madrileño que ya no se encuentra: barra y mesas de formica verde, asientos de aluminio y skay marrón, lámparas como de Milá, mármol en las paredes. La especialidad es el pollo empanado. A pesar de lo tradicional tienen un chispeante perfil de Facebook y se pueden pedir tortillas por WhatsApp (Almagro, 4).

5. Piscina de la Complutense. La Ciudad Universitaria en general me alucina. La piscina no tiene nada especial, pero se genera un espacio interesante porque se ve la pista de atletismo y es como un reservorio de cuerpos maravillosos. Es muy cara y no dejan entrar a niños (Avenida Obispo Trejo s/n).

6. Weirdo. Mi bar favorito; me recuerda los garitos garajeros que había en todas las capitales de provincia, sobre todo en el norte, y han ido desapareciendo. Aunque parece que vuelve el impulso rockero (Dos de Mayo, 6). 

7. Bar Rosado. Es un bar viejísimo que en su día fue una tasca de estudiantes. Las paredes están llenas de carteles de concursos de la tuna, que ahora se denosta, pero que en su día tuvo buena prensa. Ponen una cecina de León muy cara pero buenísima (Valdés, 63).

8. Restaurante Casa Salvador. Aquí se reunía una peña taurina de Chueca. Es de los pocos que aguantan de cuando estas calles no eran aún el barrio gay. Paredes de madera, manteles de cuadros rojos y parafernalia taurina. Y eso que odio el toreo (Barbieri, 12).

9. Ciudad Pegaso. Es una colonia que se construyó para los trabajadores de la empresa Pegaso, una de las pocas que está bien situada y no ha despertado el interés inmobiliario de nadie. Es como un falansterio de los años 50, con viviendas de ladrillo organizadas jerárquicamente.

10. Parroquia del Santísimo Sacramento. También la llaman de Sacramentinos. A este estilo yo le llamo brutalismo tiki. Es como una pagoda que parece un templo polinesio, pero es una iglesia católica normal y corriente. En general, me encanta el brutalismo en Madrid, hay edificios increíbles, como el edificio Torres Blancas (Sainz de Baranda, 3).

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

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