Una velada en un club de jazz

Ser el hermano de un genio y compartir con él una misma actividad artística es, sin lugar a dudas, bastante duro. Freddy Cole ha cargado durante más de sesenta años con el peso de ser el hermano menor de Nat King Cole (para generaciones más recientes también es el tío de Natalie Cole pero eso pesa menos) y esa circunstancia ha lastrado una carrera que debería haber sido brillante pero que no ha llegado a despegar nunca, siempre en una meritoria pero insuficiente segunda fila. Ahora, a sus 82 años y con una treintena de discos grabados, Freddy Cole sigue en la carretera defendiendo un estilo sobre todo de cantar pero también de tocar el piano que muchos jóvenes crooners están reivindicando (olvidando su nombre, claro).

En esos sesenta y dos años de carrera Cole no había actuado nunca en Barcelona, el pasado martes, tal vez un poco tarde, se solventó esa injusticia: el cantante y pianista de Chicago se presentó en Jamboree acompañado de su trío habitual. Cole cantó con una voz ya un poco justa pero buen gusto y un saber hacer que compensaba cualquier deficiencia. Tocó el piano con una simplicidad de las que enamoran y dejó mucho espacio para que sus músicos se explayaran, en especial el magnífico guitarrista Randy Napoleon.

Cole se paseó del blues profundo hasta la canción estándar, no mencionó a su hermano pero, en cambio, recordó al gran Billy Ekstine versionando alguna de sus canciones. No fue un concierto como para tirar fuegos artificiales pero fue un concierto exquisito para vivirlo en la intimidad de Jamboree. El ejemplo ideal de lo que es una velada en un club de jazz, disfrutando sin grandes pretensiones.