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Guardia Civil y Policía Local, molestas por su papel en la caza del pederasta

La Policía Nacional busca en solitario al secuestrador de niñas en Ciudad Lineal

F. Javier Barroso
Una familia pasa por la zona en la que fue secuestrada la primera niña.
Una familia pasa por la zona en la que fue secuestrada la primera niña.álvaro garcía

El director general de la Policía, Ignacio Cosidó, lo dejó muy claro la semana pasada. La detención del pederasta de Ciudad Lineal se ha convertido en “la máxima prioridad” para su departamento. Estas declaraciones no han sentado especialmente bien en otros cuerpos policiales, en especial la Guardia Civil y la Policía Municipal de Madrid, que se quejan de que sus agentes desconozcan los datos fundamentales del secuestrador. Esto les impide participar en su búsqueda o en aportar algunos datos que podrían ser fundamentales para su detención.

La Operación Candy (golosina en inglés) la está desarrollando un grupo de investigadores del Servicio de Atención a la Familia (SAF) de la Jefatura Superior de Policía de Madrid. También cuentan con enlaces en las comisarías locales de la capital y en las de la periferia, en especial en los grupos de Policía Judicial (los que investigan los delitos).

El malestar de la Guardia Civil y de la Policía Municipal proviene del alto número de agentes que podrían participar en la búsqueda. El instituto armado tiene unos 8.000 funcionarios en la región, mientras que el cuerpo local suma cerca de 6.800. “No lo entendemos, porque, con que nos dijeran las características generales del caso, podríamos ayudarles de muchas maneras”, destacan fuentes consultadas por este periódico. Es decir, lo que reclaman algunos mandos es poder transmitir a sus subordinados la descripción más o menos fiable del pederasta y, sin abandonar sus labores de patrullaje o vigilancia, poder aportar identificaciones de personas que coincidan.

Lo que tampoco ven con un sentido claro es que los agentes de la Operación Candy estén haciendo un cribado entre 78.000 vehículos de pequeñas dimensiones y no se den estas características a los agentes, en especial a los que trabajan en Madrid. Los coches patrulla de la Policía Municipal de la capital cuenta, por ejemplo, con cámaras lectoras de matrículas que hacen barridos durante su trabajo, sin necesidad de parar. Cuando detectan lo que se denomina un vehículo de interés policial, les salta una alarma en el ordenador y deben comunicarlo al cuerpo que lo haya requerido.

“Son formas de trabajar, que se caracterizan por el sigilo y el querer controlar todos los datos, pero no se dan cuenta del potencial de observación y de recopilación de datos que están perdiendo. De verdad, no resulta muy comprensible, sobre todo, si pensamos que se trata de un secuestrador de niñas”, añaden las citadas fuentes.

“No queremos participar en el equipo de investigación. Eso solo puede generar problemas y que no acometa unas líneas claras de abordar el tema. Bastaría con conocer las claves generales del caso para poder ayudar. Aquí no se deberían buscar medallas, con un caso tan grave”, añaden otras. Ponen como ejemplo los guardias civiles o los policías municipales de Tráfico, que hacen decenas y decenas de kilómetros al día.

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Hasta el momento, las investigaciones las lleva en exclusiva el Cuerpo Nacional de Policía, en concreto la Jefatura de Madrid. En el hipotético caso de que el pederasta cambiara de lugar de actuación y delinquiera en el territorio de la Guardia Civil (poblaciones de menos de 50.000 habitantes), se tendría que hacer un equipo conjunto de investigación. Así ocurrió con el último criminal en serie de Madrid, Alfredo Galán, el asesino de la baraja. Los agentes de Homicidios de ambos cuerpos trabajaron mano a mano para intentar arrestarlo. Al final se entregó de manera voluntaria en Puertollano (Ciudad Real).

En un radio de cinco kilómetros

Los abusadores sexuales suelen actuar en un radio de unos cinco kilómetros desde su lugar de residencia. Así lo ha puesto de manifiesto un estudio realizado por el Instituto de Criminología de la Universidad del País Vasco, que ha analizado casos ocurridos entre 2009 y 2012. La habitualidad de la zona y conocer exactamente dónde y cuándo atacar a sus víctimas son los dos principales motivos para circunscribirse a estas áreas tan limitadas.

El estudio coincide plenamente con las conclusiones a que se ha llegado en otros análisis internacionales, según explica Nerea Martín, investigadora del Instituto de Criminología. “Se trata de zonas en las que se encuentran cómodos para captar a sus víctimas, lo que les transmite seguridad”, reconoce esta especialista.

El análisis también ha concluido que los ataques se producen en el periodo de tarde y noche y en los fines de semana, entendidos desde el viernes por la tarde. “Al igual que los asesinos en serie, estos abusadores tienen en su cabeza el mapa geográfico para cometer sus delitos”, añade la investigadora.

Estos cinco kilómetros hacen que el agresor se mueva en su propia población, sobre todo si se trata de ciudad, o en la limítrofe más cercana. El estudio se podría extrapolar sin ningún problema al pederasta de Ciudad Lineal. Eso supondría que viviría en el mismo distrito (la tesis en la que se han centrado los investigadores) o, como mucho, en los aledaños como Hortaleza, Moratalaz, San Blas o Vicálvaro, este ya algo más alejado. “Tienen una conciencia criminal de cómo actúan y saben que si lo hacen en determinados lugares les es más sencillo escoger a las mujeres [en este caso, niñas] y por dónde tienen que huir para llevárselas al lugar más propicio. Por eso siempre prefieren trayectos cortos”, destaca Nerea Martín.

En el caso del pederasta, se ha confirmado que se las lleva a su casa. Tras narcotizarla, las ducha o las baña para que no quede ningún rastro de ADN.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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