Pop en familia en el Montseny
Arbúcies celebra diez años del festival PopArb con Manel como estrellas
Como la familia misma, Arbúcies no es un lugar para nadar en el anonimato. Donde todo el mundo sabe cómo es todo el mundo, cientos de conversaciones han fijado impresiones y puntos de vista a lo largo de los años y allí donde los lugares de reunión no dan opción a jugar al escondite es como si cada uno se encontrase en una comunión o un cumpleaños, que de eso se trataba, pues el PopArb cumplía diez años. Diez años de fiesta casi familiar dados los lazos establecidos por un público entre el que era extraño encontrar alguien que acudiese al festival por vez primera. Y como si fuese una reserva natural de la biosfera, el PopArb se erigió otra vez en paréntesis bucólico donde pasan cosas que parecen sólo pasar allí, entretanto el resto del mundo, mientras corre, sigue olvidando un tiempo en el que los festivales fueron lugar de encuentro casi familiar.
Se acercaba el amanecer y a las 04:00 horas aún se escuchaban ecos de la sesión de Amable, convertido en ese primo que sigue eufórico cuando parte de la familia se está yendo a dormir. El primo se dejaba oír, y en el centro de la localidad, en la plaza Mayor, era perceptible el runrún de su música. En cierto modo el pueblo estaba en fiestas, pues el PopArb ha acabado por convertirse en una fiesta más de la localidad, cuyos vecinos, como relataba un asistente, ya se han dado cuenta de que el público es educado y formal y en consecuencia se atreven a alquilarle habitaciones.
El salón comedor del festival tiene dos escenarios, y sólo es preciso pivotar sobre el propio eje para estar ante uno, muy adecuadamente llamado "Envelat", u otro, denominado Montsoliu como el hotel, bar, cafetería, centro social y pizzería que cierra el espacio por el lado opuesto. El castillo de igual nombre debe ser lo único que no está al lado del festival. Las actuaciones se suceden sin interrupciones evitando al público tener que decidir si se persona en el escenario de allende la explanada o el de más allá de la frontera exterior, pues todo en el PopArb está aquí mismo. La zona reservada para artistas e industria es como las de los viejos tiempos, en la que convivía todo el mundo y los músicos charlaban entre sí antes o después de sus actuaciones, mientras que el entorno, una arboleda del Montseny que se despeina desde una colina, evoca en miniatura el paisaje natural del Doctor Music Festival. El PopArb huele a campo y suena a conversación.
También a música, su sentido, pues en el primer día completo de su décimo cumpleaños tuvo en Manel a su gran argumento, sin olvidar a Pascal Comelade y Pau Riba haciendo de las suyas; a Refree mostrando músculo o a Mazoni inmerso en su nuevo mundo de sintetizadores cachondos. Lo de Manel destacó pues pareció que en Arbúcies hubiesen sido abordados por un traficante de speed que, con perdón, les hubiese convencido de hacer una cata. Unos chicos tan educados, sosos dicen algunos ahora que ya toca decir que Manel cansan, llamaron la atención imprimiendo velocidad, tersura y tono a su repertorio, recibido por la asistencia con algarabía. Manel, como el primo que un día desvela un gesto inopinado, sorprendieron a toda la familia con un brío que elevó el tono de un festival que deja la niñez. Ahora toca pensar que quiere ser de mayor el PopArb, un festival de los que ya no quedan.
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