Vanessa Paradis deslumbra en su recital de Barcelona
La cantante supo imponer su fragilidad francesa en un concierto poco menos que impecable
Clase, mucha clase. Y elegancia, a raudales. Y canciones. Y estilo defendiéndolas. Y variedad. Y una banda excelente. Y Benjamin Biolay, el astro de la canción francesa, como discreto músico de grupo acompañándola, también sentimentalmente. Y miraditas entre ellos, y arrumacos. Papel couché, pero no al servicio de la modelo, actriz y dueña de incisivos separados, sino de una artista completa que canta sabiendo escoger a los compositores que escriben para ella. Eso fue el delicioso concierto, único en España, que ofreció en Barcelona ante una nutrida audiencia de compatriotas. A diferencia de quienes tiran sólo del personaje, Vanessa Paradis supo imponer su fragilidad francesa en un concierto poco menos que impecable.
Nada como el buen gusto y la mesura para escenificar un show. El escenario, limpio, sólo tenía por detrás una pantalla que discurría por toda la parte posterior, que sin funcionar todo el concierto imprimió a éste una elegancia superlativa a base de proyectar sencillos motivos geométricos en color. Todo pensado. Ya en la primera canción, Tu pars como on revient, se iluminó la parte central de la pantalla dejando la menuda figura de Vanessa plásticamente recortada sobre el fondo de luz. Mucho gusto. Y mucha artista.
En en las 22 canciones que cantó pudo comprobarse que el estilo de Vanessa no es el pop, el reggae, la chanson o el rock, una pequeña muestra de lo que interpretó, sino que es ella misma. Vanessa Paradis es en sí misma su propio estilo, ella es el estilo, sabiendo adaptarse a cada registro no tanto con su voz, limitada y con poca amplitud aunque suficiente, sino con su interpretación corporal, hija de la seguridad de quien se siente icónica. El final, apoteósico y levemente africano, de Tu crois c'que j'vois, una de las muchas canciones interpretadas de su excelente doble disco Love songs, fue la perfecta rúbrica a una noche muy, pero que muy francesa. Por clase y elegancia.
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