_
_
_
_
_

Mucho más que literas

Los ‘hostels’ han pasado de ser una opción cutre para jóvenes mochileros a hoteles donde se alojan todo tipo de viajeros. Y punto de encuentro entre locales y turistas

Xavi Sancho
EL PAÍS

Hasta hace poco, lo que conocíamos como albergue juvenil era tan juvenil que si eras mayor te ofrecían un descuento. Poco a poco, ha ido desapareciendo, y este año, Bavaria (Alemania), el último lugar en mantener este programa, lo ha abandonado. “Aunque la edad media de los que se hospedan en estos establecimientos sigue siendo de entre 18 y 26 años, podemos decir que hoy, si estás vivo, eres un cliente potencial de un albergue”. Así resume Rick Stevens, periodista, escritor y propietario de Europe through the back door(Europa por la puerta de atrás), una compañía con sede en el estado de Washington que emplea a 80 personas y que ha editado más de 50 guías turísticas del viejo continente, el estado actual de estos establecimientos en los que hasta hace poco pernoctar en ellos era solo cosa de jóvenes... o de valientes.

 “He visto albergues en castillos escoceses, en edificios históricos alemanes, en villas decimonónicas italianas e incluso en antiguas residencias de la familia real, en Holanda”, continúa. Asegura que hay pocas grandes ciudades europeas en las que no haya encontrado reflejada esta nueva tendencia. No solo apuesta por convertir el tradicional albergue juvenil en un espacio de diseño y confort en el que la línea que lo separa del concepto hotel se estrecha cada vez más. Se posiciona como un alojamiento al que pueden acudir desde familias con niños hasta parejas de mediana edad, pasando por ejecutivos en viajes de negocios o incluso equipos de fútbol.

Madrid, poco a poco, ha ido abrazando la tendencia. No solo en su ya casi estandarizada apuesta por ese diseño que se coloca un peldaño por debajo del que aparece en las revistas de moda y un par por encima del que ofrece Ikea. También en su concepción del albergue como establecimiento en el que las nuevas realidades familiares, profesionales y de ocio del siglo XXI conviven en una ciertamente sorprendente armonía.

Nacho Requena, representante del grupo Requena & Plaza, que posee de hostales en Madrid, uno en el barrio de Las letras abierto hace poco más de un año y otro recientemente inaugurado en un edificio catalogado en el 74 de la calle de Hortaleza (Room 007), da fe de un cambio en la tendencia del cliente de estos establecimientos que, en cierto modo, les ha sorprendido incluso a los responsables del proyecto. Tras visitar un centenar de establecimientos similares en medio mundo decidieron apostar por la implantación del modelo de albergue sofisticado en la capital. “Tenemos gente que repite, algo que no es muy habitual en este tipo de negocios, entre ellos una señora de casi 80 años que viene a Madrid durante la temporada de ópera”, confirma. Su local ofrece wifi gratis, tiene restaurante, además de una zona común con cocina y nevera (se puede hacer de todo menos freír, cosas de las ordenanzas), toallas y sábanas gratis, servicio de limpieza diario e incluso habitaciones que reciben la sorprendente denominación para este tipo de locales como suite ejecutiva.

 El rango de precios puede oscilar, según temporada, entre los 17 euros en una habitación compartida con otros 11 seres humanos hasta los más de 50 que se cobran por una doble con baño propio, balcón y decoración con detalles pop. “No esperábamos que la clientela fuera tan ecléctica, pero lo cierto es que aquí tenemos familias que reservan una habitación para cuatro personas que les sale mucho más económica que una similar en un hotel hasta grandes grupos de estudiantes. Aunque tal vez lo más peculiar sea el perfil ejecutivo. Vienen muchos emprendedores jóvenes, con sus ordenadores de última generación, sus iPhones y sus iPads, gente de la nueva economía que viaja mucho pero no tiene detrás la gran parafernalia de una multinacional”. Acaba de firmar un contrato con la SGAE en el que el ente les ha reservado durante un mes todas sus habitaciones dobles con el fin de que en ellas se alojen una serie de artistas que vendrán a Madrid para participar en un proyecto promovido por ellos. El coste de una habitación doble en uno de estos establecimientos es hasta un 20% menos que en un hotel tradicional. Por otra parte, una cama en una habitación compartida puede costar el doble que en el tradicional albergue de ducha en el pasillo y limpieza selfservice de habitación, a saber, dar la vuelta a la sábana tras la tercera noche.

Uno de los elementos más sorprendentes en este nuevo y ecléctico perfil de los residentes en estos albergues es la armonía en la convivencia. En el tradicional hostel era complicado romper algo porque era difícil discernir qué estaba roto y qué no, del mismo modo que era complicado molestar a alguien porque la pugna por ser el tipo que llega a las seis de la mañana a la habitación que comparte con otras siete personas, enciende la luz y se desmaya sobre una litera que no es la suya era algo casi diario.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Pero esto fue ayer, hoy, se mantiene el espíritu festivo y de socialización tradicionalmente asociado a los albergues, donde se han fraguado durante décadas inquebrantables amistades e incluso parejas sólidas, pero recuperando la idea de que fuimos un país que una vez fue romanizado. Álvaro Hinojosa, propietario de UHostel, un establecimiento de estas mismas características situado en la calle de Sagasta y que comparte idiosincrasia y clientela con Room 007 se congratula de que “la convivencia entre perfiles tan dispares sea tan plácida. El secreto está en que con el precio seleccionas en cierto modo al tipo de cliente y ese termina siendo de un nivel cultural medio alto, más respetuoso con los demás y con una forma de interactuar nada agresiva. Además, un 70% de nuestras clientas son mujeres, que son quienes más valoran que por solo dos euros de diferencia puedan tener baño propio y un diseño moderno. Somos el albergue más caro de Madrid”.

Inaugurado en 2012, Uhostel (Sagasta, 22), donde se pernocta por precios similares, fue pionero en la capital en este tipo de apuesta, hasta el punto de que durante un tiempo estuvo en una suerte de limbo alegal, que les llevó a trabajar junto al Ayuntamiento para redefinir una serie de regulaciones que por defecto impedían el acometido de algunos de los aspectos que han ayudado a hacer de estos albergues lo que hoy son. “El hecho de que este formato haya llegado tarde a Madrid en comparación con tras ciudades también tiene que ver con el hecho de que, si en Barcelona el 80% del turismo es extranjero, en Madrid es solo el 40%. Aquí vivimos más del turismo nacional, y ahí aún perviven una serie de tópicos que cuesta tiempo derribar. Nuestras primeras críticas de usuarios en Internet incidían en lo sorprendente que les resultaba la calidad del espacio”.

Otro aspecto en el que estos albergues se acercan al moderno concepto de hotel es la forma en que se han abierto al público local. Room 007, por ejemplo, contiene un restaurante que se ha convertido en uno de los más populares del barrio de Chueca, mientras que el bar del Uhostel es punto de encuentro no solo de residentes en el hotel sino para vecinos que deciden acercarse a él incluso para ver la final de la Champions. Esto, que en otro formato (coctelería fina, gastronomía de nivel…) lleva años sucediendo en los grandes hoteles del país, en una fórmula importada de EE UU, donde el bar de hotel es referencia local, en el albergue tiene un contenido mucho más rico. Así lo ve Hinojosa: “Que los clientes vean que en la mesa de al lado hay gente de la ciudad hace que sientan que están en el lugar adecuado, en el sitio al que la gente de Madrid va, y eso es exactamente lo que quiere este tipo de público: vivir la ciudad en un formato experiencia que sea lo más cercano posible a lo que los que viven en ella experimentan. Aquí hay otro cambio importante: no solo hay que apostar por que los clientes interactúen entre ellos, que es lo clásico aquí, sino incluso facilitarles que conozcan a la gente de Madrid que se ha acercado a tomarse algo al bar, o a cenar en el hotel”

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Xavi Sancho
Forma parte del equipo de El País Semanal. Antes fue redactor jefe de Icon. Cursó Ciencias de la Información en la Universitat Autónoma de Barcelona.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_