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“El error fue pensar que Can Vies eran solo cuatro paredes”

Vecinos del barrio destacan que la respuesta al desalojo era previsible

Vecinos de Sants salieron la tarde el martes a sus balcones con cacerolas para apoyar a los manifestantes.
Vecinos de Sants salieron la tarde el martes a sus balcones con cacerolas para apoyar a los manifestantes.ALBERT GARCIA

La durísima respuesta del mundo alternativo por el desalojo de Can Vies ha sorprendido al Ayuntamiento de Barcelona y a los Mossos, que no habían previsto una reacción tan contundente. Pero en Sants mucha gente era consciente que Can Vies era mucho más que una casa okupada. “El error que han cometido ha sido pensar que Can Vies eran sólo cuatro paredes”, explicaba ayer un militante del barrio de Sants que, como tantos otros, se formó políticamente en este centro social.

Son varias las generaciones que a lo largo de estos 17 años han ido pasando por Can Vies, un espacio que hasta el lunes —día del desalojo— gestionaban chavales de menos de 25 años. “Algunos de los que ahora forman parte de Can Vies no habían nacido cuando se okupó”, decía ayer un joven apodado Pau Guerra, miembro de la asamblea del centro social.

El centro ha sido para muchos “una escuela de militancia” y un “laboratorio de autogestión”, explica este militante que ronda los 35 años y que durante un tiempo vivió en la casa. Can Vies se alimentó del generoso y bien articulado tejido social de Sants, un barrio obrero con tradición de luchas populares y con una importante historia cooperativista. Al mismo tiempo, la casa alternativa le ha correspondido al barrio. La ambiciosa experiencia del cercano Can Batlló, por ejemplo, no hubiera sido lo mismo sin la aportación de Can Vies.

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Entre todas las reivindicaciones que se han organizado desde este centro social figuran movilizaciones antiglobalización, pero también reclamaciones de proyectos urbanísticos o aspectos tan locales como el cambio de itinerario de una línea de autobuses del barrio, según explica Ferran Aguiló, vecino y veterano militante del barrio de 58 años y que formó parte de la asamblea de Can Vies desde 2001 hasta 2009, cuando empezó a implicarse en Can Batlló. “La transversalidad del centro ha sido brutal”, asegura Aguiló.

“Por aquí han pasado gran parte de nuestros hijos”,  señala un dirigente vecinal
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Las asociaciones de vecinos de Sants eran plenamente conscientes de la importancia de Can Vies y muchos de sus miembros han dado muestras de apoyo a la casa, pese a la gran violencia de las protestas, que evitan condenar, y pese a los elevados daños causados al mobiliario urbano del Sants y de otros puntos de la ciudad o la quema el lunes de una unidad móvil de TV-3.

Uno de los apoyos a Can Vies más comentados ayer en el barrio era el de Jordi Soler, del Centro Social de Sants, una entidad vecinal. Soler hizo pública una “carta abierta a Jordi Martí”, el concejal de Sants-Montjuïc que ha llevado las negociaciones con los okupas estos meses. “No hacía falta desalojar Can Vies”, dice la carta y asegura que desde esta entidad vecinal ya se lo habían advertido. “Has abierto la caja de truenos que muchos habían mantenido cerrada”, añade Soler en referencia a los anteriores gobiernos socialistas, que evitaron desalojar el inmueble, propiedad de la empresa pública Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB). Soler atribuye la decisión de Martí a que este no es del barrio y desconocía la importancia del centro y le recuerda: “Por Can Vies han pasado gran parte de nuestros hijos, sobrinos y nietos y, en algunos casos, nosotros mismos”. La noche del martes, en medio de las sirenas de la policía y de los gritos de los manifestantes, podía oírse la cacerolada de los vecinos en apoyo a los manifestantes y en contra de los antidisturbios de los Mossos.

Además del arraigo que Can Vies tenía en Sants y de haber dejado huella en distintas generaciones, la respuesta ante su desalojo también se alimenta del descontento social, del precio que están pagando muchos barrios obreros por esta crisis y de los recortes sociales. Desde Can Vies, la inusitada violencia en todas las protestas la atribuyen al contexto actual: “La gente está harta de que sigan los recortes. Por esto el barrio ha respondido. [El desalojo] ha sido la chispa que ha encendido la llama”, argumenta Pau Guerra. “La política de CiU no responde a ninguna crisis, es su programa político”, continuó Guerra, que aseguró: “El hecho más grave que se ha producido en el barrio ha sido precisamente el propio desalojo de Can Vies”. Guerra añadió que “la violencia engendra violencia”, justificando la reacción ante el desalojo.

Ferran Aguiló acusó al alcalde Xavier Trias de “tirar gasolina al fuego”. Aguiló y Soler, representantes también de las diferentes generaciones que han pasado por el centro social, reclamaron la dimisión del alcalde y del concejal de Sants.

Can Vies se okupó a finales de los años 90 y es uno de los centros sociales que nacieron tras el desalojo del cine Princesa, el centro okupado que marcó un antes y un después en la historia del movimiento squater en Barcelona. Junto con Can Vies, se pusieron en marcha otros centros como el Hamsa (Sants), El Palomar (Sant Andreu) o Can Titella (Gràcia). Todos ellos están ya cerrados.

 

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