Europa: ¿Y eso por dónde cae?
¿Me quieren explicar por qué deberían interesarnos estos comicios?
Ya es una tradición que los comicios europeos no interesen a nadie, salvo a los posibles eurodiputados que se preparan para pasar cinco años de Erasmus sin reparar en gastos. Imagínense: con cincuenta tacos, de repente uno/una se encuentra lejos de casa y de la molesta vigilancia paterna, con una asignación más que lucida y prácticamente sin nada que hacer. Hombre, ya supongo que preferirían estar en París, pero Estrasburgo y Bruselas no están nada mal. Como los eurodiputados no forman grupos nacionales sino por afinidades políticas, intuyen que se correrán buenas juergas y hasta que echarán alguna canita al aire sin que nos enteremos.
Se espera y se teme una altísima abstención de los votantes. ¡Pues claro! ¿Me quieren explicar por qué deberían interesarnos estos comicios? Durante un cuarto de siglo, desde que entramos en la UE, de Europa no nos habían venido más que cosas buenas, fondos estructurales a tope con los que la modernización de España dio un salto de gigante. También una mentalidad cosmopolita, inédita en la historia del país. Pero desde hace un lustro, la UE es la madrastra que ordena a su voluntarioso delegado del Gobierno, el señor Rajoy, que nos amargue la vida con sus inacabables recortes. El otro día nos anunciaron que van a alargar el castigo dos años más porque sí. ¿Se imaginan que el gobierno de un país europeo anunciase algo parecido una semana antes de los comicios? Bueno, pues la UE lo proclama tan tranquila porque no es un gobierno, es lo que antes se llamaba el Partido sin más y no tiene que rendir cuentas a nadie. Nuestros erasmus ni se han inmutado: luego se sorprenderán de que ya nadie se acuerda de ellos por estos pagos.
En estas condiciones, los esfuerzos de los medios para movilizar a los electores españoles me temo que resulten inútiles. Los propios candidatos utilizan abiertamente la campaña para barrer en favor de sus intereses partidistas con la mirada puesta en las elecciones nacionales del año que viene. Desde luego no he oído hablar a ninguno de Schuman ni de Monnet. Vean a Cañete presumiendo de buena gestión: si en la UE se enteran de que lo suyo consistía en urbanizar todo el litoral español, no le arriendo la ganancia. Vean a Valenciano transitando en plan místico de Jesucristo a Felipe González (eso sí: el expresidente fue el taumaturgo que nos trajo los fondos). O vean a los candidatos de CiU y de ERC optando a un puesto en un parlamento que deberían abandonar a los pocos meses si sus previsiones secesionistas se cumpliesen el 9-N. Toda esta gente no me parece seria, qué quieren que les diga. Aquí lo que necesitamos es una gran coalición que aglutine todas las opciones, el super mogollón PP-PSOE-nacionalistas. ¿Imposible? Depende. Si hubiera un candidato que reuniese todas las sensibilidades, un hombre/mujer capaz de encarnar la España de derechas y la de izquierdas, la centralista y la periférica… Solo así podríamos descolocar a los roñosos europeos. ¡Ya lo tengo!: Paco Camps. Para gestión ruinosa del litoral, la suya. Para mística, la suya, que no en vano se comparaba con el santo Job. Y para nacionalista, él, que todavía se están riendo en Madrid de la famosa cláusula que lleva su nombre. Ahí es nada: el tripartito y la gran coalición embutidos en un mismo traje. ¡Aún va a resultar que el toro que raptó a Europa la sedujo llamándola amiguita del alma!
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