En busca de la perspectiva
La escritora nos lleva de paseo por lugares en los que Madrid se abre y se deja ver con generosidad desde lejos: parques, calles cutres y cafés con magnetismo
1. El Triángulo de Ballesta. Lo están gentrificando a saco y haciendo barbaridades, pero es una de las zonas más alucinantes de Madrid. Todavía queda mucho comercio antiguo, pese a todo, y hay pocos coches. Me gusta la perspectiva que da la cuesta de calles como Barco o Ballesta. Es un ambiente muy de barrio y me da mucha rabia que se quiera convertir en un sitio cool.
2. Cafetería HD. Es una cafetería de toda la vida con la barra de aluminio, las sillas de escay y las mesas y las paredes de aglomerado de madera. La cogieron unos chavales modernetes e hicieron un mix entre la cafetería tradicional y algo un poco más actual. Lo bueno es que siguen yendo los abueletes del barrio a merendar y se mezclan con la juventud. La carta es fantástica (Guzmán el Bueno, 67).
3. La Quinta de los Molinos. Se nota que no es exactamente un parque: de repente hay un campo de olivos, de almendros, conserva bastante de cuando era un lugar para cultivar la tierra. La primera vez que fui tuve una sensación de extrañamiento que me gustó (Alcalá, 527-531).
4. Cocina Asiática Xin. Si puedo llevar a las visitas allí, las llevo, porque me encanta su cocina. Es un restaurante asiático (soy fanática de esta comida) con bastantes platos vietnamitas (atención a los deliciosos raviolis). Su aspecto está entre el kitsch de un chino normal y la sofisticación de los japoneses (Manuela Malasaña, 5).
5. Las Vistillas. Me gusta ver desde allí, sobre todo por la noche, el conjunto que componen el Paseo de Extremadura, la Casa de Campo, Somosaguas… Se tiene una perspectiva amplia de la ciudad, cosa rara en Madrid, que es un lugar sin espacios amplios ni perspectiva. Es un descanso para la vista, sobre todo al atardecer. Iba mucho al extinto bar Dellwood con otros escritores: leíamos nuestros textos y nos emborrachábamos.
Apego al extrarradio
Elvira Navarro (Huelva, 1978) acaba de publicar la novela La trabajadora (Penguin Random House), que ya va por su segunda edición. Además reúne sus textos sobre el Madrid de extrarradio en el blog Periferia
6. Café Ajenjo. Es un sitio donde se puede estar tranquilo, sobre todo entre semana. Es algo caro, pero lo que se paga es de una calidad exquisita, como los cócteles. El café tiene aspecto añejo y está repleto de retratos antiguos, como aquellos que salían en la película Los otros… Buena música, mucho jazz (Galería de Robles, 4).
7. Calle del doctor Cortezo. Me encanta el pequeño recodo que hay frente a los cines Ideal (y su fachada) y la bajada hasta Tirso de Molina porque tiene un aspecto urbano muy cutre que me atrae, con sus kebabs y tiendas de chinos. De vez en cuando subo a la terraza de la Casa de Granada.
8. Parque de la Cuña Verde. Hay una espectacular vista de Madrid que se tiene en pocos sitios. Durante años lo transité mucho con mi pareja de entonces. Se me ha quedado como un territorio literario, cada vez que pienso en él me apetece escribir algo. No sé por qué. </MC>
9. La Paca Café Bar. Es un lugar que te acoge, que te abraza, pequeñito. Es muy tranquilo, me gusta su estética vintage (los sillones están algo destartalados) y lo que se ve por el ventanal (Valverde, 36).
10. Librería Tipos Infames. Los tres chicos que lo llevan son unos infames encantadores, discretos y amables. Es fácil sentirse a gusto, tiene una muy buena selección de libros. En la parte de abajo se hacen exposiciones y durante algún tiempo llevé allí un taller literario en el que se generó muy buen ambiente (San Joaquín, 3).
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