La Europa que queremos
Comisiones Obreras no renuncia a una UE que combine democracia política, eficiencia económica, derechos sociales y solidaridad
La conmemoración del Primero de Mayo, a las puertas de la campaña para las elecciones europeas, invita al movimiento sindical a exigir cambios fundamentales en el proceso de integración. Un impulso refundador que solo puede venir, paradójicamente, de la ciudadanía golpeada por la crisis. En la historia de la Unión Europea, las crisis generaron siempre los impulsos fundadores.
Hoy no son los retos definidos por las instituciones en sus estrategias los que pueden ilusionar a favor de la construcción europea. El libro blanco del Crecimiento, la competitividad y el empleo de la presidencia Delors, la Estrategia de Lisboa o la Estrategia Europea 2020, pudieron actuar de catalizadores institucionales. Ahora el impulso deberá surgir de los movimientos sociales y de la maduración de una conciencia común. Pongamos en valor el papel de la Confederación Europea de Sindicatos y su, ciertamente modesta, acción impulsora.
En nuestro país, la creciente desigualdad, el impacto de las cifras de pobreza y exclusión sobre colectivos vulnerables, el desempleo cuantitativo y cualitativo, la desprotección social y la reducción de coberturas colectivas, el abandono escolar temprano y el diferencial académico señalan justamente el carácter inalcanzable de los objetivos definidos por las instituciones europeas y, por contraste, su necesidad.
No es posible pretender que cumplamos con las condiciones del Pacto de Estabilidad Monetaria, cuando cada vez estamos más lejos de los objetivos sociales señalados por la UE. No es posible construir una Europa social, que represente una alternativa de paz y bienestar, sobre bases neoliberales. Por ese camino de sometimiento de la política a las dinámicas de los mercados, de imposición de intereses minoritarios, no se avanza hacia la integración, sino a dinamitar la unión monetaria, a desvanecer el anhelo de Unión Económica y a hacer del conjunto del proyecto una “utopía frustrada”, un mercado regulado por la ley (del más fuerte).
Comisiones Obreras no renuncia a una UE que combine democracia política, eficiencia económica, derechos sociales y solidaridad. Queremos que sea más decente en la que las instituciones respondan y no humillen a la ciudadanía, basada en la Convención Europea de Derechos Humanos. Solidaria, capaz de respaldar el desarrollo de las economías más débiles, haciéndoles converger y mejorando en cohesión. Con políticas económicas pactadas, no solo las monetarias o comerciales, sino las fiscales y de desarrollo, e instituciones con competencias y capacidad de intervención.
No nos reconocemos en esta UE sometida a grupos de interés, que renacionaliza sus orientaciones al servicio de nuevos hegemonismos, que socava el papel redistribuidor de lo público, desmonta el Estado de bienestar, obliga a la ciudadanía a más sacrificios, incapaz de acompasar la democracia representativa con la participativa.
El movimiento sindical europeo quiere asumir su papel, propiciando la necesaria confluencia entre política y sociedad, para promover cambios, vertebrando la solidaridad entre las personas trabajadoras, independientemente de cuál sea su condición, para defender un proyecto distinto.
Paco Molina Balaguer es secretario general de CC OO-PV
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