Una muestra permite fisgonear en los estudios de 12 artistas
'Lugar de trabajo' recrea espacios "falsamente auténticos" en la Fundación Valentín de Madariaga, en Sevilla
El arte es artificio, pero la muestra Lugar de trabajo consigue rizar el rizo. Se trata de transportar a un espacio expositivo, la Fundación Valentín de Madariaga en Sevilla, los estudios de una docena de artistas que trabajan en la capital andaluza. Todo está, o pretende estar, en el desorden lógico de un espacio de creación. Algunos, como Mariajosé Gallardo, se han quedado sin cenicero (colillas incluidas) o sin sus botas de pintar; otros, como Susana Ibáñez, sin la linterna de luz ultravioleta que permite descubrir en sus obras los objetos raros que algunos ingieren; o Fernando Sáez Pradas, quien se ha desprendido temporalmente hasta de Desiree, un canario que le regaló su tío y cuyos trinos amenizan la visita.
Los 12 artistas, además de haberse quedado sin estudio y de estar en la treintena, solo tienen en común que el pasado año obtuvieron la beca Sevilla es talento para ti, que convocan la Fundación Valentín de Madariaga y el Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla (ICAS), dependiente del Ayuntamiento. La beca incluía clases con los pintores Curro González y Chema Cobo, además de un concurso cuya ganadora fue Gloria Martín (Alcalá de Guadaíra-Sevilla, 1980), también en la muestra que podrá visitarse hasta el 4 de mayo.
"Se trata de crear un ambiente falsamente auténtico en el que todo está muy cuidado. Un trabajo meticuloso en el que han colaborado mis alumnos del curso de comisariado artístico que organiza la fundación. No queríamos mostrar obras, sino desnudar los procesos de trabajo. Desvelar las manías, los objetos o los fetiches de los que se rodean los artistas durante el proceso creativo", explica Sema D'Acosta, comisario de Lugar de trabajo.
Las hojas de pan de oro con las que Mariajosé Gallardo recubre el fondo de sus inquietantes pinturas impregnan el ambiente de su abigarrado estudio, en el que conviven los libros que compra en el mercadillo sevillano del Jueves, un dibujo de su hermano de un mándala o su viejo ordenador portátil. Objetos que ayudan a entender el universo de la artista, una de las fundadoras del espacio sevillano Sala de eStar y que acaba de clausurar una exposición individual titulada Non sine sole iris en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. Los visitantes pueden curiosear también en los estudios de José Carlos Naranjo, David Villalba, Julia Llerena, Mario Ramírez, Pablo M. Conradi, Luz Marina Baltasar, Manuel Casellas y Pablo Díaz Merchante.
"El germen de este proyecto es una idea del artista alemán Martin Kippenberger [Dormunt, Alemania, 1953-Viena, Austria, 1997], quien a finales de los ochenta pasó más de un año trabajando en Sevilla invitado por la galerista Juana de Aizpuru. Él pretendió trasladar su estudio al entonces Museo de Arte Contemporáneo de Sevilla y titular la muestra Que caló. Kippenberger siempre se enfrentó a la pintura sin prejuicios, de una forma totalmente desenfadada, algo que también hicieron los pintores figurativos que surgieron en Sevilla en torno a la revista Figura y que han heredado las siguientes generaciones", aclara Sema D'Acosta.
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