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POP / LEIVA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El triunfo irrelevante

El ex de Pereza se sabe objeto de suspiros innumerables, pero su visión de la autenticidad rockera se mueve en márgenes muy limitados

El éxito y la envidia integran un binomio consustancial al ser humano, y no digamos ya si nos circunscribimos a latitudes hispanas. En términos objetivables, José Miguel Conejo es ahora mismo "el puto amo", como diría Guardiola de Mourinho y cualquiera de los colchoneros como él. Pero la pregunta del millón sigue en lo alto, más aún tras certificar el apoteósico delirio que anoche vivimos en La Riviera y se prolongará durante tres sesiones más. ¿Merece el ex de Pereza el aliento enfebrecido de 10.000 gargantas, con manifiesta prevalencia femenina, que corean hasta la afonía un repertorio que, en el caso del reciente Pólvora, solo lleva dos meses en la calle?

La respuesta, aun con matices, es negativa. El caballero de la escuálida figura conoce bien sus bazas y les saca partido desde el primer suspiro. Mueve la osamenta con descaro confiado, se sabe objeto de innumerables suspiros, afronta la condición de líder con un aplomo que jamás exhibió en la gira de Diciembre. Sabe seducir a los suyos hasta el extremo de pedir el destierro de los móviles en Lady Madrid, de modo que dos millares de brazos liberados pudieran alzarse, eufóricos, al cielo. Le sucede como a David Trueba: siempre supo perder, pero se ha acostumbrado a ganar. La pena es que su triunfo se base en la monocromía. No hay apenas picos ni valles en hora y tres cuartos de concierto: solo estribillos redundantes, autoplagios desmotivadores, alergia a cuanto suceda más allá de una restringida área de seguridad.

El triunfo es cantado y coreado, pero también irrelevante. Un tipo de sincero pedigrí rockero y nueve discos a las espaldas se enroca en una mezcla de ternura impostada (Terriblemente cruel) y exaltación de la masculinidad bravía (Ciencia ficción). Dispone una sección de vientos, pero le adjudica arreglos de parvulario. Confunde la autenticidad con una cita de Walk this way. Leiva atesora más talento del que demuestra en Pólvora. Por mucho que, por ahora, la fórmula le arroje un saldo favorable.

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