Batalla vecinal por un kilómetro de carretera en un pueblo de Ourense
Los habitantes de Valdeorras circulan por un vial socavado por una pizarrera
Durante 13 años se armaron de paciencia. Hoy, de coraje. Los vecinos del pueblo valdeorrés de San Vicente se plantaron esta mañana todos a una, hasta hacerlos recular, ante el técnico y los operarios que la Diputación de Ourense envió para colocar unos puntos antirreflectantes en la carretera que comunica este pueblo con Vilamartín, la capitalidad del municipio.
El vial tiene un tramo de un kilómetro socavado por la actividad extractora de una pizarrera que ha ido vaciando el punto de apoyo de la infraestructura. Los habitantes de San Vicente sostienen que arriesgan sus vidas desde hace más de una década en los viajes que realizan por este vial provincial cerrado al tráfico mediante una señal de prohibido el paso que cada día vulneran con la esperanza de que sea el último. “No nos queda otra; si no utilizásemos esta carretera nos moriríamos aislados en el pueblo, que debe de ser lo que quieren: tenemos que ir a Vilamartín al médico, a hacer la compra, a los colegios”, explica Pedro, erigido en portavoz, la fatalidad a la que se enfrentan para anunciar de inmediato que se les ha agotado la paciencia.
Esta mañana, una semana después de que el diputado del PP Argimiro Marnotes asegurase en un pleno de la institución provincial que arreglarían el vial “cueste lo que cueste”, los vecinos se envalentonaron ante los funcionarios de la Diputación que acudieron sin la encomienda de solucionarles el problema. Pese a que recabaron la presencia de la Guardia Civil, los funcionarios no consiguieron salvar la barrera vecinal para acceder a la carretera.
“Estamos muy crispados; si vuelven y no es para arreglarla, nos complicarán mucho las cosas; haremos lo que sea”, amenaza el portavoz vecinal instando a la Diputación y a la empresa pizarrera a que cumplan el convenio que firmaron “hace ya cuatro años” para arreglar el vial “y que debería estar en marcha”. La batalla está servida. Pedro asegura que hace unos días los vecinos fueron a presentar una protesta “y se nos aparecieron los de la nave con picos. No lo podemos consentir; tenemos que defender lo nuestro, que pagamos los impuestos, aunque no nos guste que se pierdan empleos”, argumenta el portavoz. En aquella ocasión los vecinos pusieron una demanda en el cuartel de la Guardia Civil. La empresa negó las amenazas.
El pueblo de San Vicente está sitiado por la misma actividad industrial que da vida a la comarca: la extracción de pizarra. Además de la peligrosa carretera provincial, los vecinos tienen la opción de circular por una vía municipal. Pero sobre ella se cierne una escombrera “y caen cascotes sobre la carretera” explica el exalcalde de Vilamartín, el socialista Enrique Álvarez Barreiro, apeado hace un año de la alcaldía mediante moción de censura presentada por el PP. Álvarez se pregunta por qué la Diputación no invierte en el arreglo de esta infraestructura “cuando precisamente la razón de ser de las diputaciones es la de suplir la falta de capacidad de los pequeños ayuntamientos”. La alcaldesa, María Jesusa Candal, ha estado ilocalizable para este periódico. “Nos han engañado como de costumbre. Hace diez días nos dijeron que la empresa extraería la pizarra por un túnel y rellenaría la vaguada, pero no lo hace; intentan sepultarnos en vida. El pueblo no lo consentirá”, insiste Pedro en la amenaza con la adrenalina aún latente de la más reciente de las batallas.
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