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Una golosina pop

La banda londinense Fanfarlo inicia en Pontevedra su gira española

Simon Balthazar, cantante de Fanfarlo
Simon Balthazar, cantante de FanfarloSARA MORALES

La mirada contemporánea en el primer tercio del siglo XXI llama vintage al pasado que hace treinta años invocaban los new romantics. Ahora, sin maquillaje ni puntillas, y sí con pajaritas, pantalones de pinzas y gafas de pasta toman el testigo unos hipsters fans de Baudelaire que declaran su amor por la belleza nombrado una banda de pop con el título de la única novela del escritor francés. Fanfarlo suena al resultado de pasar una tarde revolviendo en el desván de los abuelos y bajar las escaleras con un montón de objetos preciosos cargados de recuerdos.

El quinteto llegó a Pontevedra el sábado pasado para iniciar una gira de conciertos que pasa estos días por Madrid, Sevilla, Valencia y Barcelona. Tras siete horas de espera en el aeropuerto londinense y con permiso del temporal británico, recalaron en la ciclogénesis gallega con los habituales guitarras, bajo, batería, teclados y también trompeta, saxo, clarinete, violín y serrucho. Casi sin tiempo para tomar un café tras la prueba de sonido, ocuparon el escenario del Pazo da Cultura para pintar un paisaje tan rápido, en apenas hora y veinte, como coral, efectista y cargado de nostalgia. El objeto de la visita era estrenar las canciones de Let´s Go Extinct (2014), su tercer álbum y otra muestra de personalidad que les aleja, por orgánicos, de las comparaciones gastadas con Arcade Fire y les acerca, en cambio, a identidades como las de Talking Heads, más inclinadas al divertimento si, como es el caso, de lo que se trata es de jugar a trenzar los hilos del pop con armonías evocadoras de alguna tradición continental.

La luminosa orquesta redondeó golosinas como “We’re the future”, “Cell Song” y “Life in The Sky” y talló un poco más temas de sus primeras entregas, como “Luna”, “Shiny Things” y “The Walls are Coming Down”, con la que finalizó el recital tras invitaciones constantes al público a levantarse de su butaca. Y en parte consiguieron que unos pocos vencieran ese amarre invisible que no impidió, sin embargo, que todos bailasen en sus asientos. Con ese espíritu festivo fue que el cantante y guitarrista, el sueco Simon Balthazar, brindó su copa de vino tinto a los cerca de 600 espectadores que un 70% del aforo disponible según la organización del ciclo Imperdibles, que tendrá continuidad en Pontevedra el próximo 1 de mayo con el concierto de Vetusta Morla y los mexicanos Zoé y el 14 del mismo mes del estadounidense Eli Paperboy Reed.

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