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ACTUALIDAD POLÍTICA

El Partido Popular vasco se agrieta en una lucha por el liderazgo

Quiroga se siente avalada por Rajoy para abordar un cambio en la ejecutiva. Dirigentes populares critican la “gestión desastrosa” de la crisis

Javier Rivas
Iñaki Oyarzábal y Arantza Quiroga, en la sesión del pleno del Parlamento vasco el pasado jueves.
Iñaki Oyarzábal y Arantza Quiroga, en la sesión del pleno del Parlamento vasco el pasado jueves.L. Rico (EL PAÍS)

Arantza Quiroga atraviesa los días más complicados de su mandato al frente del PP vasco desde que en mayo pasado se pusiese a su frente tras la marcha de Antonio Basagoiti. Su apuesta por lograr, con el refrendo de la militancia en un congreso extraordinario, un aval total a su liderazgo y al cambio en la dirección que busca se ha traducido en una lucha por el poder que ha abierto grietas en su presidencia y debilita la imagen de la formación. Una pugna que se cifra en la continuidad o no como secretario general de Iñaki Oyarzábal, cuyo relevo busca la presidenta, pero que muestra la intención de Quiroga de tener el control efectivo del partido y de su mensaje, sin el ascendente que aún mantiene el líder alavés y peso pesado de la dirección nacional desde la portavocía en el Congreso, Alfonso Alonso.

Quiroga considera que Oyarzábal, tras desempeñar un papel muy relevante en los últimos años, no ofrece el perfil que desea ahora para activar a un partido reorganizado y preparado para el futuro, con el deseo de ser protagonista en una Euskadi sin ETA. “Ahora ocupa otro papel”, apunta un partidario del relevo, recordando que Oyarzábal es miembro de la ejecutiva nacional como secretario de Justicia y Libertades. Y, junto a ello, las posibilidades de su proyección futura fuera de Euskadi. “O pegamos un salto para los próximos cinco años o no salimos del valle y para eso hace falta una organización muy dinámica”, añade esta fuente.

En este pulso, si el actual número dos acabase repitiendo, Quiroga quedaría claramente desautorizada y la situación de aquél sería complicada. Cualquier otro nombre, para el que todas las partes intentan un consenso, dejará tras de sí el enfrentamiento abierto, que la formación habrá de reconducir. “Si fuese un vizcaíno, por ejemplo, parte de los alaveses podrían sentirse ofendidos”, apunta otra fuente del partido. “Al final, la cuestión es con qué mimbres haces el cesto tras el congreso”, agrega. “Podría haber debilidad ahora si tuviéramos compromisos electorales, pero a largo plazo los hechos te refuerzan o no. Y se saldrá reforzado”, se opina en el entorno de Quiroga.

Otros responsables cuestionan la “gestión desastrosa” que se está haciendo para abordar un cambio para el que, con todo, reconocen que la presidenta tiene legitimidad.

La indefinición de la presidenta con su propuesta mantiene la tensión

Oyarzábal es hombre de la ciega confianza de Alonso, quien entró en el PP de la mano de aquel. La gran influencia que este último sigue teniendo en la formación vasca y la diferencia de mensajes que en ocasiones salen de Madrid y de Euskadi son otra de las claves de la pelea. Un veterano dirigente lo resume con crudeza: “Lo que no puede ser es que el PP vasco sea una subdelegación del Gobierno. Si Alonso quiere ser presidente, que se presente”. La propia Quiroga dejó una pista de sus intenciones cuando el pasado 30 de enero, con la vicepresidenta Sáenz de Santamaría delante, fue preguntada en el Fórum Europa por sus planes para la ejecutiva. “Voy a pedir un compromiso con Euskadi. Defender los intereses de Euskadi, del País Vasco es el único requisito”, respondió.

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Alonso guarda en los últimos días un total silencio público, que solo rompió el pasado martes, al día siguiente de la reunión entre Quiroga y los tres presidentes provinciales que desató la crisis, tras tantear aquella la posibilidad de relevar a su segundo. En los pasillos del Congreso, Alonso lanzó un mensaje inequívoco: Oyarzábal “tiene que tener un papel preponderante en el futuro”.

Todos los consultados, en Euskadi y en Madrid, dan por hecho que la situación se terminará reconduciendo sin ahondar el conflicto, pero, en palabras de uno de ellos, “luego habrá que trabajar la confianza y cerrar las heridas”.

Quiroga, quien según algunas fuentes ya trasladó a su segundo hace un mes que no contaba con él, se siente avalada por la dirección nacional y por Mariano Rajoy para configurar la ejecutiva que quiera, después de que el propio Rajoy respaldase en la reunión que ambos mantuvieron en La Moncloa el 15 de enero la convocatoria de un congreso al que Génova llevaba tiempo dando largas. Fuentes nacionales confirman que tiene, de partida, manos libres para hacer su equipo, aunque ninguno de los consultados concreta si en la cita llegó a estar sobre la mesa específicamente el cambio de secretario general.

“Dudo muy mucho que Rajoy y Cospedal digan nada”, opina un parlamentario. “Génova tendría algo que decir solo si las cosas no fuesen bien”, considera el entorno de Quiroga. Otras fuentes se preguntan si Alonso “va a tragar” con el relevo de alguien tan próximo a él sin hacer valer su peso y “jugar sus bazas” en la cúpula. Antes de que el conflicto se recrudeciese tras la reunión del lunes, Alonso defendía que la ejecutiva iba a fraguarse solo de puertas vascas para adentro.

Quiroga no ha puesto aún ningún nombre concreto sobre la mesa ni hecho una propuesta a nadie —ni siquiera descarta que acabe repitiendo Oyarzábal, algo en estos momentos complejo—, pero tiene en la cabeza a la secretaria general vizcaína, Nerea Llanos, “y a otras personas”, según uno de los consultados. Llanos es una dirigente muy cercana al presidente de Bizkaia, Antón Damborenea, quien, según fuentes de este territorio, quiere para el puesto un perfil en el que “el votante del PP se sienta reconocido y no dar sensación de bandazos”. Esa indefinición de la presidenta, que podría teóricamente llevar hasta el mismo congreso, mientras se suceden las voces que le piden una solución rápida, ha contribuido a exacerbar la tensión en el partido. “No va a haber nada hasta dentro de muchos días” para no quemar ningún nombre, se atreve a aventurar un parlamentario.

Varios dirigentes juzgan en privado en términos muy duros la decisión de Quiroga. “Ha demostrado una inmensa torpeza”, señala uno de ellos. “Es la única responsable. Ella ha abierto el agujero y nos ha arrastrado a todos. Ahora tiene que sacarnos”, apostilla. Quienes apoyan a Oyarzábal no entienden la necesidad del relevo de quien “no estaba en cuestión” y confían en que impere “el sentido común” antes de llegar a un congreso de enfrentamiento que se tradujese en un elevado porcentaje de voto en blanco a la lista de la presidenta.

“Hay que aportar un poco de serenidad y tranquilidad o esto irá a más”, sostiene otro partidario de la continuidad del secretario general, cuyo relevo podrá dejar la imagen del final del camino de renovación que emprendieron Basagoiti y Oyarzábal en 2008. “Ahora renuevan a los renovadores”, ironiza un parlamentario.

Dibujar esta pelea de poder en términos solo territoriales puede ofrecer una perspectiva desdibujada. Los pesos pesados alaveses (Alonso, Javier Maroto, Javier de Andrés) apoyan con rotundidad a quien es un referente del partido en la provincia, pero “¿de verdad todos los alaveses están en contra el relevo?”, se preguntan dos fuentes de otro territorio. “Hay que trabajar porque el fortalecimiento de Álava sea de verdad, no centrarse en un nombre. Las personas podemos ser sustituidas y no pasa nada”, incide un representante alavés. Ello apunta a una de las opciones de compromiso sobre la mesa que en el entorno de Quiroga no se deja de lado: prescindir de Oyarzábal, pero elegir un secretario general alavés.

Bizkaia no oculta su preferencia por el cambio, pero antepone acabar con lo que considera problemas de funcionamiento interno y externo a que el elegido sea vizcaíno. En este territorio se recuerda que ya apoyaron en su día un ticket presidenta guipuzcoana-secretario general alavés (María San Gil y Carmelo Barrio).

El líder guipuzcoano, Borja Sémper, ha trasladado personalmente a Quiroga que sería un error prescindir de alguien de la “valía política” del actual número dos, pero no va a embarcar al PP de su territorio en ninguna batalla, menos cuando la presidenta pertenece a esta organización, según fuentes provinciales.

Oyarzábal no quiere convertirse "en el pimpampún después de todo lo que ha hecho por el partido", opina un dirigente que ha hablado con él los últimos días. Suceda lo que suceda, seguirá teniendo un papel de relevancia en Euskadi. Y Génova sabe que, por su lado, no se abrirá un conflicto.

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Sobre la firma

Javier Rivas
Forma parte del equipo de Opinión, tras ser Redactor Jefe de la Unidad de Edición y responsable de Cierre. Ha desarrollado toda su carrera profesional en EL PAÍS, donde ha trabajado en las secciones de Nacional y Mesa de Cierre y en las delegaciones de Andalucía y País Vasco.

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