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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

CulturArts se presenta en Alicante

La Comunidad Valenciana ha comenzado a dar los primeros pasos hacia una política cultural

Manuel Tomás viajó a Alicante, la semana pasada, para presentar los planes de CulturArts ante la prensa. Entre la gente del mundo de la cultura —especialmente, quienes se dedican al teatro— había una evidente curiosidad por conocer la oferta de la Consejería de Cultura a la provincia de Alicante. La crisis económica ha tenido unos efectos desastrosos para la cultura; ha afectado tanto a los espectadores como a quienes viven —o intentan hacerlo— de ella. La programación de los ayuntamientos que había alcanzado unos niveles notables en el pasado, se ha reducido de modo considerable. Ha disminuido número de actos que se realizan, y también su calidad. Esta situación es muy perceptible en la Sala Arniches, de Alicante. Durante años, la Sala ha desempeñado un papel destacado en la vida cultural de la ciudad; en los últimos tiempos, sin embargo, su programación se había deteriorado de manera manifiesta.

Existía interés por conocer los planes de CulturArts porque se esperaba que el trabajo de Manuel Tomás hubiera dado sus frutos. Cuando se produjo el nombramiento tuvo una excelente acogida pública, un hecho poco frecuente entre nosotros. La prensa del momento destacó que se trataba de una persona formada, procedente del mundo de la música, que había demostrado su competencia en los puestos desempeñados. Los periódicos definieron a Tomás como un hombre serio, trabajador, de ideas renovadoras, y con capacidad de diálogo. Hasta ese momento, la Consejería de Cultura nos tenía acostumbrados a unos responsables arbitrarios, de escasa competencia y, ante ese panorama, el nombramiento de una persona como Tomás se recibió con esperanza.

La visita tuvo un tono positivo porque fue realista. Es cierto que, tal como están las cosas, sólo a un inconsciente se le ocurriría presentarse ante la prensa con promesas que todos consideraríamos irrealizables. Ese tono de publicitario fácil, exagerado, que era el habitual entre los miembros del Consell hasta hace poco, ya no se lleva. La falta de dinero ha acabado con él. En cualquier caso, lo importante de lo que dijo Tomás no fue el tono sino el fundamento que tuvieron sus palabras. Naturalmente, Tomás es un político en ejercicio y trató de presentar sus planes bajo una luz favorable. Pero, no se excedió en los méritos propios. La impresión que produjo es que nos encontramos ante unos planes realistas, unos planes con las cuentas hechas y ajustados a las dificultades del momento. No es poco. Su interés por aprovechar el tejido cultural de cada población puede ser, a la larga, lo más importante de ellos.

Yo diría que la Comunidad Valenciana ha comenzado a dar los primeros pasos hacia una política cultural. La afirmación puede sonar arriesgada cuando uno piensa que llevamos veinte años sin una política cultural digna de ese nombre —no creo que nadie pretenda calificar de ese modo la propaganda que realizaban nuestros gobernantes. Desde luego, habrá que esperar un tiempo para ver cómo se desarrollan los proyectos anunciados y si las buenas intenciones de Tomás se materializan. La tarea no será fácil. El mundo de la cultura está formado en buena parte por personas, que se consideran todas ellas en posesión de unas cualidades incontestables, y aspiran a vivir de su trabajo. No se podrá contentar a todos. En cualquier caso, a mí me parece importante escuchar a un político que habla de industria cultural y que lo hace con convencimiento.

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