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TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Homero con humor

Sea como San Francisco de Asís o como el pícaro Lazarillo de Tormes, contándonos el Evangelio de San Juan o las peripecias de Ulises, Rafael Álvarez es, por encima de cualquier personaje, máscara o disfraz, El Brujo ante el espectador. Su figura suele pesar tanto o más que la del sujeto al que interpreta, del que acostumbra a apropiarse desde la admiración y el respeto, eso sí, para ofrecérnoslo a través de su personal enfoque, siempre trufado de comentarios jocosos relacionados con la actualidad política y social. Tras más de cuatro décadas de experiencia sobre las tablas y dado su carisma, conecta enseguida con el público y este, que ya sabe quién es, va a verle haga lo que haga o de quien haga.

LA ODISEA DE HOMERO

Versión, dirección e interpretación: Rafael Álvarez “El Brujo”.

Dirección musical: Javier Alejano.

Músicos: Daniel Suárez “Sena”, Javier Alejano.

Teatre Condal, Barcelona. Hasta el 2 de febrero

El Brujo, como buen cordobés, es simpático, tiene gracia y además se mantiene en forma. Ahora ha vuelto a Barcelona casi diez años después de San Francisco, Juglar de Dios (La Villarroel, 2005) como narrador, un aeda que se atreve nada menos que con la Odisea, poema que se ventila en algo más de hora y media resumiéndolo mucho, saltándose lo que quiere y, sobre todo, analizándolo a su manera. Insiste en que lo esencial está ahí, sobre el escenario del Condal, flanqueado por los dos músicos (percusión y teclado) que le acompañan en directo, entre el mástil, la vela y las conchas que lo adornan como si estuviéramos en una representación cutre de Mar i Cel. Una vez dicho el fragmento del canto seleccionado deprisa y corriendo o en plan minimalista por aquello de ofrecer varios registros, llega el momento de la reflexión y el cachondeo con las aportaciones de su propia cosecha: que si se imagina a Zeus como si fuera Fernando Fernán Gómez, cuya voz clava; que si a Calipso la ve más bien como a Shakira; que si las ninfas en general vienen a ser como unas diosas sin papeles o si se ha inspirado en Mario Vaquerizo para hacer de Palas Atenea …

No falta el homenaje a Pepe Rubianes ni el comentario de refilón sobre el nacionalismo catalán. Y no crean que les estoy chafando la guitarra con estos spoilers; Rafael Álvarez tiene cuerda para rato. Pasa de una cosa a otra con gran facilidad, implicando al público e interaccionando con él, cantando y moviéndose con agilidad; todo ello mientras exprime las cuitas del héroe homérico para regocijo del respetable que, en realidad, poco o nada espera del poeta griego en este montaje. Hay de todo un poco en este cajón de sastreque el público celebró con una cálida ovación la noche del estreno.

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