Regar con amor el tiesto
La obra 'En maceta' está poblada de pequeñas sorpresas aisladas hasta constituirse en una 'performance' muy latinoamericana, surrealista y abigarrada
¿Miramos suficientemente y en profundidad a Latinoamérica en cuanto a la la diversidad de sus artes escénicas? En danza no, desde luego. Paradójicamente, en Alemania, Bélgica o Suiza sí lo hacen. En esos sitios a la costarricense Vicky Cortés se la conoce, allí hay actuado y madurado su estilo rupturista y arriesgado, muy comprometido.
Había poco público en la acogedora sala de la Calle de la Reina. Puede ser el frío o que a Vicky aquí solamente la conoce estrechamente el medio profesional. Ella dirige en su país una de las dos compañías profesionales universitarias de danza contemporánea y, de hecho, ha tendido algún puente con la danza española presente.
La obra está poblada de pequeñas sorpresas aisladas (los senos tejidos en estambre rosa, los rayos vegetales de la Virgen Santísima, todo lo que guarda en la gran maceta) hasta constituirse en una performance muy latinoamericana, surrealista y abigarrada, en catarata sonora y visual. Y es latinoamericana en el estilo, el color, las texturas y el imaginario plástico.
EN MACETA
Concepto, interpretación, entrevistas y fotografía: Vicky Cortés; realización de la instalación y diseño sonoro: Alejandro Cardona. DT Espacio Escénico. Hasta el 18 de enero.
La artista aparece dentro de un gran macetero de barro, allí se viste y se desviste a capas, como una cebolla, jugando con la pose estática para que el espectador la retenga y la piense, la destruya o la asimile. Ella juega con iconografía básica y estándar (no exactamente popular) desde las imágenes religiosas y chamánicas a la estatuaria heroica pública (propaganda del poder) para pasar al terreno más doméstico, interior y especulativo de sus antiheroínas. Las entrevistas le dan las pautas escénicas y ambientales, pero también la justificación moral.
La gran maceta es casa y cárcel, habitat paroxístico y refugio, concha y último vestido. La coreógrafa plantea: “Mi punto de partida era ver cómo comenzar a desmitificar las supuestas realizaciones femeninas con sus atisbos de falsa dicha; una mirada al papel asignado para la mujer, asumido como condición sine qua non, que la sujeta a mecanismos de sometimiento y la despoja de sentido existencial personal, ligándola a los invisibles lazos que la asfixian”. Cada pequeña historia es un infierno y a la vez, una anhelante búsqueda de salida al paraíso, al propio reposo. El surrealismo agotador sirve de biela a esa idea, extrae cada cuadro con su consecuencia de devastación y de denuncia, pero también de lucha.
En propiedad, En maceta es una performance plástica que parte troncalmente de la danza, usa de sus medios y recursos y hasta de su canon expresivo, pero libremente y hacia un propósito mural muy evidente.
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