Carlos Urquijo, ese junco
El delegado del Gobierno ha criticado al PNV por ir con Sortu y justificado su política de hacer cumplir la ley "aunque no guste"

La semana de autos atormentada por una manifestación con gritos a favor de los presos y varias detenciones de abogados relacionados con el entorno de ETA había abonado el terreno para el discurso siempre contundente del delegado del Gobierno, Carlos Urquijo, contra todo movimiento de inspiración abertzale. En ese contexto se ha desarrollado este lunes el coloquio en el Fórum Europa Tribuna Euskadi, de nítido contenido político, posterior a una intervención, en cambio, mucho más técnica y de principios. Ha proyectado de forma expresa la función de un organismo criticado por la mayoría nacionalista en Euskadi y que siente el ninguneo de la actuación del Ejecutivo central en una comunidad contaminada por el "monotema", como ha reconocido el propio político del PP.
El discurso implacable de Urquijo contra toda supuesta veleidad abertzale se ha visto favorecido por los acontecimientos. Por eso, la comunión de intenciones del PNV y Sortu al secundar la manifestación del pasado sábado ha sido un argumento recurrente para que el delegado del Gobierno cuestionar la fiabilidad de los nacionalistas. "Siempre que están débiles dan un paso hacia la izquierda abertzale, el brazo político de ETA", ha dicho en referencia al PNV, de quien ha subrayado "el error" cometido al apoyar la marcha donde se dieron gritos a favor de los presos y de la independencia. Ha sido reveladora su sintonía con una pregunta que contraponía la posición nacionalista a favor de las reivindicaciones de los derechos de los presos con la falta de apoyo a los empresarios cuando eran atacados por ETA.
En este terreno, Urquijo ha recordado que el Gobierno español "seguirá trabajando para la derrota completa e incondicional de ETA", relativizando, de paso, la importancia del último comunicado del colectivo de presos del EPPK y la "vergonzosa foto del Matadero de Durango", utilizando así la terminología del propio ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz.
Consciente de que es persona non grata para la mayoría parlamentaria de Euskadi, Urquijo ha mostrado su condición de junco polìtico, que jamás se doblega muy por encima de las duras descalificaciones que recibe y de las que es consciente sin que le alteren mínimamente el puslo. El delegado del Gobierno atribuye estas críticas a la dificultad de entender que su función radica en "cumplir y, sobre todo, hacer cumplir la ley".
En su propósito inicial, ha desgranado la importancia "muchas veces ninguneada" de la delegación del Gobierno con respecto al apoyo económico y asistencial a los vascos en cumplimiento de un ordenamiento jurídico que contempla "la permanencia de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado" en el País Vasco. En su conferencia, ha intercalado con intención los réditos que se obtienen del encaje con España y las críticas hacia quienes cuestionan debates estériles como el repliegue policial o el incumplimiento de la legalidad. Pero sobre todo ha dedicado un encendido elogio a la actuación policial, a la que ha atribuido la "rendición" de ETA.
Rodeado por los principales cargos de su partido y de algunos representantes del PSE-EE, Urqujo ha puesto en valor las subvenciones del Estado aunque ha evitado referirse a su disminución. Ha ensalzado la apuesta por la Y vasca como la mayor inversión jamás conocida en Euskadi, a pesar de que se asiste a una inconcreción sobre su ritmo de ejecución. A su vez, ha hablado de los dos millones de ayuda estatal a la ABAO cuando la realidad es que la ópera en Bilbao ha visto mermada peligrosamente la subvención de Cultura. Pero Urquijo, con convicción en sus reflexiones, ha cumplido holgadamente con su condición de representante del Gobierno en Euskadi, algo que, a su juicio, no hace Iñigo Urkullu como representante del Estado.
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