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Los vecinos de una urbanización de Ferrol piden ‘asilo’ a Narón

Los residentes hacen un referéndum y el 97% vota a favor de la medida por la falta de alumbrado público, seguridad y limpieza

Pancarta reivindicativa en Ciudad Jardín (Ferrol).
Pancarta reivindicativa en Ciudad Jardín (Ferrol).GABRIEL TIZÓN

Es un independentismo doméstico de baja intensidad, pero vecinos de Ciudad Jardín quieren renegar de su pasaporte ferrolano y pedir asilo en Narón, el municipio de al lado. No es solo una forma de hablar. Este fin de semana celebraron su propio referéndum en el garaje de uno de los 109 chalés y adosados que dan forma a esta urbanización de O Boial, terreno fronterizo entre Ferrol y Narón y que, a pesar de su nombre, tiene más de ciudad fantasma que de vergel. De los 200 vecinos que tienen contabilizados, 133 mayores y pequeños se desfilaron el sábado ante un cajón de plástico con ranura que hizo las veces de urna para responder una pregunta muy concreta: “¿Quieres seguir perteneciendo a Ferrol?”. El recuento de las papeletas fue contundente: el 97% votaron que no. Esto es, decir adiós a Ferrol y empadronarse (si les dejan) en Narón en un alarde de transfuguismo vecinal. Hubo dos votos a favor y otros dos, nulos.

Fue una consulta simbólica pero sintomática. Esta abrumadora mayoría se siente desdeñada por el gobierno ferrolano, Ayuntamiento al que pertenecen sobre el mapa, por una problemática urbanística que colea desde junio del 2012 y que se traduce en penumbra, suciedad y ocupaciones irregulares en un par de casas todavía en venta.

A Ciudad Jardín no llega el alumbrado público. No se limpian las calles ni se recortan los hierbajos pero 70 familias pagan puntualmente la contribución, cuenta Roberto Calvo, que hasta hace bien poco llevaba las riendas de la agrupación vecinal. Le preocupan los problemas de salubridad y seguridad en una zona que ha sido objeto de varios robos estos últimos meses. Calcula que hay unas 70 casas habitadas y el resto, en venta o embargadas. Cuando entubaron un riachuelo cercano, ratas enormes corrían por los solares donde no hay parques y sus hijos no pueden jugar porque son poco menos que vertederos urbanos. En los chalés deshabitados, la maleza escala hasta las ventanas del primer piso y en una esquina de la misma urbanización, viven un grupo de menores tutelados por la Xunta a través de Dignidad.

A escasos metros, y por la misma carretera que conduce a esta urbanización, se levanta Parque Ferrol, un flamante centro comercial que abrió en noviembre. Esa vía está señalizada y repleta de farolas. “Alcalde, seguimos sin luz”, le reprochan los vecinos a José Manuel Rey, del PP, con una pancarta que cuelga en un lateral. Hace poco se adueñaron del paso de peatones, estilo Beatles, para boicotear el acceso a la zona comercial a modo de protesta.

Coinasa, la promotora que está detrás de Proxectos Ciudad Jardín, SL, se declaró en quiebra cuando a la urbanización le faltaba poco por acabar. Dejó pendiente una deuda de 1,2 millones con la hacienda local que se corresponden con el 10% del aprovechamiento urbanístico municipal y la parte proporcional del colector de residuos que la firma tenía que costear. En octubre del 2012, el Gobierno ferrolano anunció que buscaba una fórmula legal para invertir el aval bancario de una inmobiliaria embargada (594.568 euros) en rematar la trama urbana sin perjudicar a los propietarios que han visto cómo la casa de sus sueños se les quedaba incrustada en una barriada sin iluminar desde hace año y medio. Coinasa tiraba de la luz de obra y cuando dejó de pagar, Fenosa cortó el suministro en las calles. El Ayuntamiento insiste en que como la urbanización no se completó, la responsabilidad legal es de la promotora y ambas partes litigan en los juzgados mientras Ciudad Jardín sigue a oscuras. “Hace un año que vamos por el ayuntamiento y el Gobierno no nos recibe”, dice Calvo.

Los vecinos mueven ficha y, por su cuenta, renuncian a su ferrolanidad para mudarse a la ciudad de al lado. Por lo pronto, le han pedido audiencia al regidor naronés para que los escuche. No son los primeros, en enero del 2011, los residentes de las calles Basanta y Espiño, muy cerquita de los chalés de O Boial, ya amagaron con la segregación administrativa y empezar a juntar firmas para empadronarse en Narón.

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