Las madejas de mucho color
Aracaladanza se reconoce por su constancia y la seriedad de sus montajes para niños
El teatro de danza para niños no está suficientemente valorado ni apoyado; es tan necesario como los conciertos de música pues redondea la formación visual y armónica de los públicos del futuro. Es así que Aracaladanza se reconoce por su constancia y la seriedad de sus montajes. Constelaciones (inspirada por la pintura y el estilo de Joan Miró) es la tercera parte de una trilogía que contiene una obra sobre René Magritte y otra sobre El Bosco.
Constelaciones
Compañía: Aracaladanza. Coreografía: Enrique Cabrera; música: Mariano Lozano y Luís Miguel Cobo; vestuario y escenografía: Elisa Sanz; luces: Pedro Yagüe; vídeo: Álvaro Luna; atrezzo: Ricardo Vergne.
Teatro de La Abadía. Hasta el 30 de diciembre.
Constelaciones empieza enseñando de manera muy didáctica las tripas mecánicas del teatro: las varas de luces bajadas, las bambalinas sueltas, los artistas en mallas negras (que puede entenderse como la ropa básica de faena), los destellos de humor. Poco a poco, con un ingenioso vídeo colorista, se introduce el tema de la pintura, o más bien, de los personajes dentro de la pintura, un juego de formas y luz que usa las técnicas del teatro negro para, con un delicado y fino hilván dibujar un fresco móvil, ameno, comprensible.
Unas madejas de hilo listas para tejer, con vivos colores y tamaños, constituyen el elemento de atrezzo más notorio, llegando a llenar literalmente la escena. El vestuario juega a esto del tejido artesano, como si detrás Cabrera hubiera dotado al trabajo de un riguroso estudio tanto cromático como de materiales. Su otro hallazgo es no ser fácilmente narrativo o lineal, sino jugar al imaginario y a la asociación plástica, desde donde plasma sus citas célebres: de Louis Fuller al Ballet Triádico de Bauhaus pasando por los girovagos derviches.
Aun prevaleciendo una danza amable y ordenada, se hacen presentes los elementos procedentes de la gimnasia y de la acrobacia; la pieza se va en santiamén y en las caras de los más pequeños se lee aquello de estar a gusto y querer más, lo que es el mayor logro para coreografía de este tipo.
Debe destacarse el trabajo de Álvaro Luna en la animación de las imágenes de vídeo, donde no sólo hay pericia técnica, sino mucha sensibilidad sobre lo que se está manipulando; los cinco bailarines (Carolina Arija, Raquel de la Plaza, Jimena Trueba, Jorge Brea y Jonatan de Luis) se desempeñan con soltura y establecen la parte mágica de un logrado juego sin edad.
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