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La autopsia concluye que Benítez no murió solo por la reducción policial

Los forenses atribuyen la muerte a una dolencia cardíaca, los golpes y la droga

La autopsia final sobre Juan Andrés Benítez, el hombre que murió en El Raval tras ser reducido por los Mossos d’Esquadra, mantiene abiertas las dudas sobre el caso. Los forenses no atribuyen su muerte a una única causa, sino a cuatro. Y ni siquiera determinan cuál de ellas tuvo mayor peso en el suceso porque hacerlo “es imposible, desde un punto de vista científico”. El dictamen, al que ha tenido acceso EL PAÍS, revela que “los traumatismos (no directamente mortales)”, junto a la reducción policial y el consumo de cocaína “desencadenaron la muerte en una persona con predisposición” porque, además, sufría “una enfermedad cardíaca”.

El primer informe apuntaba ya a una dolencia que le provocaba arritmias, pero ponía el acento en los múltiples golpes que Benítez recibió en la zona “craneo-facial”. Aquel documento preliminar no valoraba —tampoco lo hace el definitivo— si esos golpes habían sido fruto de una pelea anterior (como defienden los Mossos), si Benítez se golpeó la cabeza contra el suelo o si fueron propinados por los agentes que intervinieron en la reducción.

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La mayoría de testigos y las imágenes grabadas por los vecinos permitieron constatar cómo diversos mossos propinaron puñetazos y patadas a Benítez, de 50 años, sobre el asfalto de la calle de Aurora. Según el Cuerpo Nacional de Policía, esos golpes impactaron en la cabeza de Benítez. Con tales indicios, la juez imputó a nueve agentes que participaron en la reducción la noche del 5 de octubre.

“La muerte no es consecuencia de una causa única”, afirman los forenses, que subrayan la imposibilidad de “atribuir un porcentaje de implicación de cada uno de los mecanismos que han intervenido en la muerte”. El informe se basa en las conclusiones previas, pero también en nueva documentación (historia clínica, toxicología, etcétera). Apunta, de entrada, una decena de patologías, entre las que se incluye el “consumo ocasional de cocaína y anabolizantes”. Benítez también padecía el síndrome de Wolf-Parkinson-White, que le provocaba arritmias y que aún no se había tratado.

Factores estresantes

Los sucesos de aquella noche fueron un cóctel que el corazón del empresario, ya dañado, no resistió. Los forenses subrayan que Benítez “sufrió violencia contusiva” que dio lugar a “hematomas y fracturas faciales”, pero matizan que “no hay ninguna lesión traumática interna” que “explique la muerte por sí misma”.

Los golpes como la reducción policial “contribuyeron a desencadenar el proceso”, ya que provocaron una descarga de energía que “puede producir arritmias”

Sobre la reducción policial —denominada “contención” en el informe—, los forenses explican que lo habitual es que “la muerte se produzca en el momento de la reducción o poco después” y, sobre todo, en personas que han consumido drogas. Aunque “el mecanismo de la muerte no está claro”, añaden, “todo parece indicar” que la “sensación de ahogo” y la “agitación” que sintió Benítez facilitaron la arritmia cardíaca. La contención, concluyen, “ha sido también elemento desencadenante del proceso de muerte como consecuencia del factor estresante inherente a la misma”.

Tanto los golpes como la reducción policial “contribuyeron a desencadenar el proceso”, ya que provocaron una descarga de energía que “puede producir arritmias”. A ese final ayudó el “reciente” consumo de cocaína —a pesar de que la cantidad hallada en su cadáver era ínfima— porque también facilita arritmias. Con al añadido de que el corazón de Benítez, debido a su enfermedad, “tenía menos resistencia” que otro sano. Todo ello en su conjunto explica que el hombre entrara en parada cardíaca.

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