Un grato empate a cero
El Lugo se defiende con la pelota en Riazor y saca un punto ante un buen Deportivo
Igualaron sin goles, pero firmaron un entretenido y honesto espectáculo. Nadie engañó a nadie, Lugo y Deportivo estuvieron en su papel, quizás por eso el partido, al margen del nivel futbolístico, tuvo el aroma de las citas más excitantes, las que contraponen ideas de entender un deporte maravilloso capaz de congregar a más de 30.000 aficionados para presenciar un duelo de Segunda División y que contemplaron a dos equipos que expusieron su principal valor: tienen una idea clara de fútbol y van con ella hasta el final. Y a veces el balón premia la fe, por eso lo lógico es que ambos peleen por el ascenso.
Nada retrató mejor al Lugo que una acción que sucedió pasada ya la media hora de juego. Acabó con un disparo al palo de Seoane después de que la pelota circulara desde el lateral derecho por todo el frente de la zaga, incluido el meta a un palmo de la línea de gol, saliese por el flanco zurdo y encontrase campo abierto y superioridad para llegar a la frontal. Ese es el Lugo. Toca atrás, sin prisa, madura la jugada para encontrar con calma la zona de tres cuartos rival y dañar en campo del rival. Le planta delante una golosina del robo de balón en una zona sensible, que deriva en caramelo envenenando a poco que gestione bien su superioridad numérica en esos terrenos. El Deportivo apenas picó en esa oportunidad y lo pudo pagar. Antes y después aguardó la iniciativa lucense, supo responder, pero también persiguió la pelota con desasosiego. Inaccesible como suele ser en defensa el equipo de Vázquez tuvo también durante bastantes minutos lucidez para ofrecer una respuesta efectiva en la contra, mucho más preclara de lo acostumbrado en lo que lleva jugado esta campaña en su estadio. Luego decayó y pasó un mal rato. Nunca se sintió superior.
Durante la primera parte el Deportivo no estuvo incómodo en su papel porque su lectura fue siempre correcta y tuvo un delantero, Luis Fernández, que le ofreció salida y acudió a las zonas de remate. Le pudo al Lugo cuando encontró profundidad sobre todo por la parte de Luisinho porque además el equipo de Setién estuvo en ocasiones un tanto perezoso en el repliegue tras perder la posesión. Luis se aprovechó de ello, remató al palo un centro de Seoane en una desatención de los centrales visitantes y olfateó un par de balones más en el área. Pero tras el descanso el Lugo dio un paso más, hizo que la pelota circulase con un punto más de velocidad y con ello propició que el Deportivo diera un paso atrás. Conviene valorar este detalle y considerar de donde viene cada uno, donde estaban, por ejemplo, hace seis años, dieciséis o sesenta. Nunca en un plano similar, ni siquiera próximo. Ayer el Lugo se plantó en Riazor, el campo del líder, bajó la pelota al piso y con el marcador empatado se fue a buscar la meta del Deportivo. Tiene algo de desafío a la historia. Tuteó al equipo de Vázquez, que a la hora de partido semejó agotado, sin la capacidad mostrada apenas unos minutos atrás para encimar al rival recuperar la pelota y salir al galope. Había corrido demasiado. El rondo del Lugo no le dio réditos, pero cerró el partido. Se pondera, con justicia, la capacidad del Deportivo para conseguir que el rival apenas le haga cosquillas. Ayer el Lugo mostró que hay otra manera de defenderse y no es patrimonio de equipos plagados de virtuosos. El Lugo se tapó con la pelota y firmó un empate a cero que retrató con justicia un buen partido.
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