_
_
_
_
ROCK | The Wave Pictures
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Camino de la excelencia

El trío británico sigue seduciendo con sus anuales visitas madrileñas Nunca se le había visto tan cerca de convertirse en una banda tan grande y poliédrica

Hay algo de mágico en la fascinación sostenida, o más bien creciente, del público madrileño por The Wave Pictures, un grupo de pretensiones teóricamente modestas que a este paso acabará convirtiéndose en algo muy importante. El trío de Wymeswold sigue aferrado al sonido tosco, clásico, expeditivo de guitarra, bajo y batería, sin que parezcan interesarles mayores aditamentos. Pero su versatilidad crece en proporción parecida al estajanovismo. Tan incapaces de refrenarse en escena como de contener la catarata de creatividad, acaban de publicar un disco doble excelente, City forgiveness, que supone el undécimo de la colección. No es pobre bagaje para unos todavía veinteañeros criados en la campiña inglesa.

La voz punzante y las letras cáusticas e ingeniosas de David Tattersall siempre han remitido al maestro Jonathan Richman o a sus buenos amigos de Herman Düne, pero la paleta de colores luce cada vez más rutilante. TWP tienen tiempo de practicar blues-rock de pulso pesado (Chestnut), la perfección cándida de Softly you, softly me, esos cálidos arpegios africanizantes que los convierten en unos Vampire Weekend de garaje o un par de versiones de su adorado Daniel Johnston. Y hasta descubrimos en el batería Jonny Helm a un vocalista excepcional: a su exhibición de músculo en You’ve got a lot of nerve se le une el papel protagonista en la afortunadísima Atlanta, que parece escrita por Costello en los años de Armed forces.

El público que casi llenó la Charada (mañana repiten, con todo vendido) se reencontró con una banda que regresa cada año pero nunca ofrece el mismo concierto. Y, más importante, que ha abandonado el divertido desaliño por el camino de la excelencia. Como si hubiera reparado, más allá del factor lúdico (hay pocas cosas más divertidas que los discursos de Tattersall, anoche con parodia de Gotye incluida), en que son endiabladamente buenos.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_