Póngase su sombrero
El Museo del Traje celebra hoy el día de la patrona de los sombrereros
En un país en el que los sombreros son un accesorio relegado a eventos formales o, como ocurrió el pasado septiembre en Valladolid, meros objetos que lanzar al aire y ganar un récord Guinness, no deja de resultar curioso y esperanzador que alguien conmemore el día de Santa Catalina.
La Asociación Española de Sombrereros, creada hace siete años y compuesta por más de 20 asociados, organiza hoy en el Museo del traje (Avda. de Juan de Herrera, 2) una jornada con actividades dirigidas a dar a conocer su oficio y, quizá, convencer al público de que su uso diario no tiene por qué acabar convirtiendo al portador en un aberrante desfile de Ascot con patas.
“El sombrero imprime carácter y por eso mucha gente no se atreve a usarlo”, lamenta Charo Iglesias, presidenta de la asociación de sombrereros. Así que les propone un reto: quienes se acerquen esta mañana al museo tan solo tendrán que sacar pecho (y personalidad), colocándose un alado accesorio en la cabeza para que la entrada les salga gratis.
La primera edición de este evento (que en Francia organizan empresas privadas como Cartier o diseñadores como Christian Lacroix) trae un pregón bajo el brazo, que correrá a cargo del actor teatral Santi Senso (La religión de Sade, Desnudando a los clásicos). Será él quien dé el pistoletazo de salida para las visitas a las dos exposiciones que habrá: una temporal, con las piezas de los asociados, y la otra permanente del museo, compuesta principalmente por sombreros regionales.
No solo habrá cosas que ver, también se podrá tocar. Desde las 11 de la mañana habrá mesitas con profesionales dispuestos a explicar a los visitantes qué sombreros que va bien con sus facciones y su estilo (recuerden, nada tienen que ver un Fedora con un Pillbox), mientras los niños aprenden a elaborar sus propios modelos en un taller en el que se trabajará con papel, pero también con fieltro y otros materiales de sombrerería. Quién sabe, a lo mejor alguno de ellos lleva un Philip Treacy o una Coco Chanel dentro y consiguen que una ciudad como Valladolid gane un premio Guinness por el uso de sombreros. Y no por tirarlos al aire.
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