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Nadie se responsabiliza del error de contaminar con semen la camiseta

La mancha que apareció sobre la prueba era de un presunto violador de Madrid

P. SEIJO / S. R. PONTEVEDRA
Agentes de la Guardia Civil rastrean la zona donde apareció el cuerpo
Agentes de la Guardia Civil rastrean la zona donde apareció el cuerpoÓSCAR CORRAL

Es la mancha de la discordia. Nadie, de entre todos los profesionales que participaron en la investigación del crimen de Asunta, asume el error garrafal de haber contaminado la prueba con una muestra de semen recogida anteriormente para resolver otro caso: Un asunto de agresión sexual con un supuesto violador que aparecía identificado en los archivos del Instituto Armado con nombre y apellidos, y localizado en un territorio muy lejano a Galicia, al sur de Madrid. No hay explicación oficial de cómo pudo llegar el esperma a la ropa de la niña, un hallazgo en falso que durante un tiempo desconcertó al magistrado y a la Guardia Civil y añadió, si cabe, más sordidez al terrible suceso.

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Hace medio mes, el Laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil en Madrid, departamento de ADN, negó rotundamente en un escrito que dirigió al cuartel de A Coruña y al juez de Santiago que esa transferencia al tejido de la sudadera de la niña se hubiese producido en sus mesas de trabajo. Pero esto es lo que afirmaron en su día y siguen afirmando a EL PAÍS las fuentes de la investigación consultadas.

En Galicia no fue, sostienen estas personas, molestas por que se dude de la eficacia con la que se llevó a cabo la recogida de pruebas y su traslado al laboratorio de Madrid. No pudo ser porque se comprobó, incluso con el rastreo de sus llamadas telefónicas el fin de semana del asesinato, que el titular de ese ADN no estuvo en la comunidad autónoma y no se relacionó con los padres de la cría en ningún momento. En la pista forestal donde se halló el cadáver de Asunta, próxima a un prostíbulo, tampoco se encontraron preservativos, pañuelos sucios o restos de esperma en la tierra. Y además, según confirmó la autopsia, la niña no había sufrido ninguna agresión sexual.

Se trata, explican distintas fuentes de la Guardia Civil, de un hombre joven con antecedentes que vive desde hace tiempo en España pero procede de Colombia. En su auto de levantamiento del secreto sumarial, el juez instructor, José Antonio Vázquez Taín, lo cita. Su nombre aparece en el trío de personas que fueron investigadas e interrogadas para terminar descartando su participación en el suceso. Este hombre, efectivamente, vive en Madrid, en 2011 fue detenido por la policía nacional, involucrado en una reyerta callejera, y también está fichado por la Guardia Civil como presunto violador.

Tan delicada e inmanejable se volvió la situación en el ecuador de la instrucción a causa de la mancha de semen y las discrepancias que esta causó que, aunque para un laboratorio es tan fácil identificar esperma, el Tribunal Superior de Justicia de Galicia salió al paso diciendo que no se sabía lo que era. Un portavoz oficial advirtió a los medios de que no se podía hablar más que de “flujo” o “líquido” porque, efectivamente, “manchaba”, pero que los técnicos no lograban saber de qué se trataba. Según esta fuente, ni se podía hablar de “fluido biológico”. Con el pasar de los días ya nadie pudo negar que aquello que manchaba casualmente a la altura del seno derecho la camiseta de la víctima era semen. Pero sigue siendo un misterio su presencia en esa prenda.

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