La batalla contra el reagrupamiento escolar contada desde el móvil
Universitarios de Santiago graban un documental sobre la lucha de Vilariño de Conso por evitar el despoblamiento
Vilariño de Conso ya no es lo que era. Ni siquiera lo que estaba condenado a ser. A comienzos del curso pasado este pueblo (600 habitantes) del Macizo Central ourensano decidió llenar de niños su futuro y esquivar su vacío. El decreto del reagrupamiento educativo (ponía en la misma aula, para ahorrar, a los 14 alumnos de entre 3 y 12 años del municipio a cargo de un mismo profesor), acababa de sentenciarlo a ese lento ensimismamiento que precede a la agonía. Los vecinos, liderados por la asociación de padres y el director del colegio público, optaron por la única vía posible, la del milagro multiplicador, para luchar contra el despoblamiento decretado. Funcionó: en lugar de resignarse a la estampida generalizada llenaron el pueblo de familias con niños llegados de distintos puntos de España mediante el reclamo de viviendas rurales a precios asequibles y la oferta de un modelo de vida calmo y sano a los pies del imponente monte do Invernadoiro. En apenas tres meses superaron la treintena de escolares. Ahora, los pequeños, los ancianos, el duro tesón vecinal y la lucha de profesores y ANPA han sido inmortalizados en un documental grabado con móviles y realizado por alumnos de tercer curso de Comunicación Audiovisual de la USC. El corto, “Destino Vilariño”, competirá en festivales después de proyectarse en el propio municipio y en Santiago.
“Grabamos el sacrificio de un pueblo por la educación de sus hijos y por la supervivencia propia”, explica Sabela Freire, encargada de comunicación del equipo de universitarios que se embarcó en esta experiencia, el objetivo de un trabajo singular realizado íntegramente con dispositivos móviles por 25 alumnos (productores, directores, cámaras, guionistas…) para la asignatura de Producción Cinematográfica.
En su primera aventura para rodar una obra audiovisual de este tamaño, los estudiantes permanecieron tres días, el pasado octubre, en Vilariño. Eligieron a dos protagonistas: un niño y un adulto; después incorporaron nuevos personajes (una representante de la asociación vecinal, el director del colegio, el alcalde y otros vecinos) y los dejaron contar ante sus smartphones cómo les afectó a ellos y al pueblo la iniciativa multiplicadora de los niños.
“Con muy poco se puede hacer mucho”, explica Freire cómo pudieron llegar al trasfondo de la historia con una técnica de filmación aparentemente tan sencilla. Ahora están montando el corto. La hora y media de grabación quedará reducida a 30 minutos de documental: el destino alterado de un pueblo por un pulso vecinal, encajado en media hora narrativa de telefonía móvil. Y ahora, además, el destino inmortalizado de un pueblo por una iniciativa universitaria. “Quisimos devolver al primer plano informativo una historia que hace un año despertó gran interés mediático y de la que no se ha vuelto a saber”, justifican su elección los estudiantes de la USC .
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