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La Transición, del Benacantil al Canigó

El Archivo de la Democracia, de la Universidad de Alicante, cumple diez años y amplía fronteras

Josep Lluís Albiñana, en la Universidad de Alicante.
Josep Lluís Albiñana, en la Universidad de Alicante. PEPE OLIVARES

El tiempo borra los detalles de las historias. Más si son historias políticas. Eso debió pensar el presidente del Consell preautonómico, Josep Lluís Albiñana, cuando preguntó un día ante una clase de la Universidad de Castellón quién había hecho la Transición. La respuesta fue generalista: “Felipe González y Adolfo Suárez”. Quizás por esto, Albiñana, juez de profesión, legó el mes pasado todo el fondo documental que poseía de aquella época al Archivo de la Democracia, una iniciativa de la Universidad de Alicante que en enero cumplirá 10 años con una aspiración: trascender más allá de lo estrictamente alicantino y convertirse en consulta de referencia nacional. Y lo está logrando, porque acaba de incorporar, entre otros, el archivo de la mítica revista catalana Canigó, y documentos sobre el inicio de Acció Cultural del País Valencià o de Sáhara Libre.

Este fondo documental nació en enero de 2004 con el fin de recopilar documentos de personalidades y entidades. El archivo está en Alicante porque el fondo no es producto de la política, más bien el resultado de una conversación: Manuel Alcaraz, exconcejal en el Ayuntamiento de Alicante, posteriormente diputado y profesor de la universidad, se preguntó con su colega José Beviá, senador durante la Transición, qué hacer con sus documentos oficiales. José Carlos Rovira, vicerrector de Cultura, fue más allá. "¿Os imagináis la cantidad de documentación que se está perdiendo?", vino a preguntar. Y así empezó.

Hoy, cerca de medio millón de esos documentos descansan en el centro universitario, desde fotografías a carteles, audiovisuales, pegatinas o manuscritos. El objeto era crear una memoria colectiva y alargar el eco de las voces minoritarias que ayudaron a encarar una transición que desembocó en unas instituciones, que con los años cerraron las puertas a algunos de estos colectivos.

Albiñana, presidente preautonómico, ha legado al archivo su fondo documental

Y en ese contexto podría reconocerse Albiñana, quien fue primero diputado socialista por Valencia y, debido a sus querencias nacionalistas, acabó enfrentado con la línea más fiel a Madrid, liderada por Joan Lerma. ¿Quién ganó? es obvio: Lerma fue presidente de la Generalitat durante 13 años, pero el que recuerda las inspiraciones radicalmente nacionalistas de la socialdemocracia valenciana, es Albiñana. "Su archivo es una documentación interesantísima que nos habla de las negociaciones políticas entre Madrid y Valencia", explica el director del Archivo de la Democracia, Francisco Sevillano, que se frota las manos ante las cintas magnetofónicas con grabaciones de las sesiones del Consell preautonómico.

Junto a la remesa de documentos del primer presidente valenciano entraron la colección de prensa y publicaciones de los años 70 editadas en Valencia, legadas por ciudadanas como Emilia Boliches, o los folletos sobre ecología de hace tres décadas, donados por José Albero, quien cedió al fondo su carnet de la Joventut Comunista del País Valencià.

"Esto pretende ser también un diálogo con la sociedad", dice este historiador que abre la puerta a cualquier ciudadano o particular que quiera donar "materiales que por su carácter clandestino acabarían perdiéndose”. “Tenemos de todo. Fondos de la II República, la guerra civil o el franquismo que dan la versión del hombre común, es la microhistoria de lo ocurrido", cuenta Sevillano acercándose a ese término que acuñó Miguel de Unamuno llamado la intrahistoria y que alude a las sombras de los hechos históricos que acaban prevaleciendo o, como decía el escritor, lo que no se publica en los periódicos.

También ha entrado una colección de revistas de los años setenta

Pero lo que se publica también puede ser intrahistoria o microhistoria. La otra entrada más novedosa que ha registrado el Archivo para la Democracia es la colección completa de la revista Canigó, editada por Xavier Dalfó, periodista de Girona que consiguió contra viento y marea convertir el semanario en un referente en lengua catalana entre 1954 y 1983. Llegada la democracia se escoró hacia una posición de izquierdas y un descarado independentismo partidario de los Países Catalanes que incomodó al gobierno de CiU, que acabó empujándola a la muerte económica al retirarle la publicidad y las subvenciones. Y es que, visto con perspectiva, las luces de la historia no son nada sin sus sombras.

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