Siete veces Don Juan
César Barló y Almaviva Teatro ofrecen un ‘Tenorio’ civil fulgurante en el Campo de Cebada, con 35 actores en escena
Una superproducción (la mayor que hay en Madrid en cartel), hecha con cuatro mil euros mediante micromecenazgo. Admira, divierte e invita a pensar el Tenorio que César Barló y un equipo fantástico de más de cien profesionales han puesto en pie generosamente sobre cinco escenarios, en el enorme solar que dejó el polideportivo de La Latina. Teatro civil, hecho para revincular el día de difuntos (año nuevo celta) con la representación de una obra cuyo amoral protagonista seduce mujeres por sistema para irle ganando vida a la muerte, hasta que un amor omnímodo lo redime.
En la Hostería del Laurel, 550 espectadores y 35 actores compartimos una fiesta con banda de rock incluida (“Cuán gritan esos malditos”); luego, iniciamos un peregrinaje hasta el espacio fabril de doña Ana; a la quinta entre andamios donde Don Juan arriba en un barquito velero estilo Fura, al panteón donde el alma de Inés vuela sobre un lecho de hojas muertas entre una pléyade de estatuas marmóreas palpitantes, con la fachada del Teatro de La Latina como albo telón de fondo…
DON JUAN TENORIO
Autor: José Zorrilla. Intérpretes: Sergio Torres, Fernando Delgado, José Gonçalo Pais, Álex Larumbe, Víctor Anciones, Fernando Mercé, Antonio Sansano, Nora Gehrig, Luna Paredes, Lucía Barrado, Marian Arahuetes, Rafa Núñez, Miguel Fuenllana, Paco Puerta, Juan Carlos Arráez, Carlos Martos, Rocío Vidal, Emilio Lorente, Iria Márquez, Carmen Cuello, Javi Ródenas, Elena Martínez-Blanco, Ruxandra Oancea, Ricardo Galán, Pedro Redondo, Abel Garnico, Kevin de la Rosa, Laura Moreno, Nuria Onetti, Silvia Retamosa, María Velázquez, Nerea Herviás, Natalí Ortiz, Juan Domingo y Shaíma. Coordinación diseño espacio escénico: Alicia Blas. Director: César Barlo. Campo de Cebada. Hasta el 3 de noviembre
Siete actores (uno por acto) y cuatro actrices ofrecen una atinada visión poliédrica de Don Juan y de Doña Inés, Paco Puertas le imprime un aliento humanísimo a Don Luis (y coreografía una serie trepidante de luchas a florete), Iria Márquez es una Brígida cristalina y Rafa Núñez hace del fantasmal comendador un espíritu burlón, un diablillo doméstico en las antípodas del cliché. Los problemas que los inalámbricos dan en espacio tan difícil se solventarían con un poquito de presupuesto y las más de 300 personas que se quedaron anoche en la calle bien se merecerían la prórroga del espectáculo. A la disposición de proyectos civiles como este debieran de ponerse medios públicos o un espacio tan infrautilizado como el Matadero.
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