El guapo al micro
The Dictators, banda seminal del punk neoyorquino, actúa hoy con Handsome Dick Manitoba al frente
“¿Por qué no triunfamos? Pudo ser que en realidad no gustáramos o las canciones no fueran lo bastante buenas. Quizá hubo errores de los sellos. O que la gente no estaba aún lista para nuestra música. No pierdo un minuto en eso, prefiero disfrutar de la vida”. Palabra de Handsome Dick Manitoba, mascarón de proa de The Dictators, tan resuelto en su discurso con su apariencia de boxeador campechano como sobre las tablas. El cantante de los pioneros sin suerte del punk neoyorquino (en realidad Richard Bloom, El Bronx, 1954) resume su visión desde un hotel de Malasaña: “Tres semanas de gira española: ¿qué más puedo pedir? Voy donde está el amor. Y Madrid es como una segunda casa”. La banda, que aún debe recorrer otras siete ciudades, exhibe esta noche su mezcla de pegada y melodía en la sala El Sol.
Al nombre de The Dictators se le añade esta vez la coletilla NYC por la negativa del compositor del grupo, Andy Shernoff, a participar en la actual resurrección. “Cuando él dice que no, no importa que digan sí todos los demás. Vio tocar a Nick Lowe y tuvo una epifanía: ‘eso es lo que quiero hacer, nada de rock ruidoso’. En otras palabras, ser un viejo aburrido”, bromea con mala uva Manitoba. Y remata: “Tampoco Andy es el mejor de los intérpretes; muchos escribieron para Sinatra o Elvis, pero es a estos a los que la gente pagaba por ver”.
Rencillas al margen, la diversión parece asegurada gracias al show del vocalista, el trueno en la batería de J.P. Patterson y la excelencia a las seis cuerdas de Ross The Boss: los tres miembros de la alineación clásica implicados. Sin olvidar el influyente repertorio. Lo apunta uno de los refuerzos, Daniel Rey, colaborador en su día de los Ramones: “El primer concierto que vi de adolescente en el club CBGB [templo del punk y la new wave de Nueva York] fue de The Dictators. Su primer disco [Go girl crazy!, 1975] salió un año antes que el de los Ramones, aunque los considero contemporáneos”. Manitoba matiza: “Recuerdo a Joey Ramone viéndonos tocar cuando aún no existía su grupo. Pero fuimos grandes amigos. Nos influimos y motivamos mutuamente, como The Beatles y The Beach Boys”.
Por qué The Dictators no alcanzaron la repercusión de los melenudos de Queens sí parece claro: “Éramos más difíciles de encasillar. ¿A qué sonábamos? Pop, rock cañero, surf, heavy metal… Por no hablar de la vestimenta: lucíamos a menudo las cazadoras negras de cuero, pero ellos supieron convertirlas en uniforme”. Esa prenda persigue a Manitoba: “En una gira inglesa me dijeron que Sid Vicious, el de los Sex Pistols, vendía la suya. Estaba bastante usada pero era una maravilla. Me la dejó barata, sin levantar la mirada del suelo. Y de vuelta a Nueva York me la robaron en un after”.
Aunque en 2006 The Dictators fueron clave en los festejos de cierre del mítico CBGB (“actuamos viernes y sábado; Patti Smith el domingo), supusieron una anomalía en los setenta. “No podías tocar demasiado bien si eras punk. Y Ross era el guitarrista aventajado de la escena. Ahora a la gente le mola ver a uno de los mejores del mundo”. También de los más aguerridos, responsable del músculo metálico de The Dictators y, durante años, miembro de los estruendosos Manowar.
El humor de los dictadores del punk, al tomarse poco en serio a sí mismos, resultaba también novedoso. En tiempos de letras afligidas, ellos preferían satirizar la televisión, la comida basura o el wrestling [de un luchador tomó su apodo ‘el guapo Dick’ Manitoba]: “Era un humor a lo Mel Brooks, típico de los judíos neoyorquinos”, proclama. Al cantante de The Dictators le inspiran los peleadores: conoció de crío el local del púgil Jack Dempsey, ídolo de su padre, y se juramentó para montar un establecimiento propio. Posee desde hace años un pintoresco bar en el East Village. Y lo compagina con ejercer como dj en la emisora de Little Steven, lugarteniente de Bruce Springsteen: “The Village Voice dijo que yo era el mejor locutor en la radio por satélite, y no le faltaba razón”.
La autoestima entre risas ayuda cuando de nada sirvieron prestigiosos propagandistas como el crítico Richard Meltzer o el propio Springsteen, que se marcó un conteo en el tercer disco de The Dictators, Bloodbrothers (1978). Quizá Little Steven acabe produciendo el epé que proyectan. “Estamos probando con una compositora de Filadelfia; para que lo editemos tiene que salir algo muy bueno [notable fue el largo de retorno en 2001] Y con la escritora Amy Wallace, Manitoba firmó hace un lustro The official punk rock book of lists, un compendio de listas sobre asuntos varios elaboradas por músicos: “Pura diversión, ideal para leer en el baño”.
The Dictators NYC actúan hoy viernes, 25, a las 23:00 horas, en la sala El Sol.
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