Algo que nos haga delirar
Aunque parezca mentira, todo eso es posible en Valencia
Tal y como canta el jerezano Julio De La Rosa con su habitual vehemencia expresiva al abordar Hasta que te hartes, “vamos a inventarnos algo que nos haga delirar”. El disparate, trasladando su invocación a lo que pasó anoche en La Rambleta, es sacarse de la manga un festival heterogéneo con parte de lo más interesante de la independencia hispana y local, en un espléndido recinto, con escrupulosa pulcritud organizativa y, lo más quimérico de todo, con una respuesta de público tan nutrida como entusiasta. Aunque parezca mentira, todo eso es posible en Valencia. Con tanto público de aluvión como ya converso a la causa, cierto. Reforzando la marca del evento por encima de sus propios reclamos, qué remedio. Pero solo quien sabe resistir, acaba ganando. Y hace falta ese punto de temeraria locura para reincidir en el proyecto, pese a que su primera edición no fuese precisamente un camino de rosas, y menos en el plano económico.
Lo cierto es que desde la fogosa puesta en escena de los locales Gatomidi hasta el arrebato tribal de los portugueses Nice Weather For Ducks, la primera de las dos jornadas del Deleste fue una encomiable muestra de biodiversidad sonora. Una tarde noche repleta de pliegues con los que dejarse sorprender, tanto por los señuelos inéditos como por el hervor y la entrega de aquellos que ya conocíamos. La propuesta de Gatomidi, por ejemplo, entre la rugosidad noise y el énfasis post punk, aún no detenta un bagaje como para solventar un set sin momentos valle, de intensidad variable (y no solo por el apagón), pero a poco que los temas de su reciente segundo álbum adquieran el rodaje que merecen, darán que hablar. Ya lo hacen desde hace algunas temporadas los sevillanos I Am Dive, y la rotunda defensa de sus letanías con poso en los mejores 90 (ecos de un folk desalentado pero nada conmiserativo) y pespuntes electrónicos fue la mejor muestra de la progresión adquirida después de patearse medio mundo (giraron por Estados Unidos en marzo pasado). Si lo suyo fue ensoñador, lo de los madrileños Tuya fue vivificante, por cuanto sus concisas tonadas (que a veces recuerdan a Clap Your Hands Say Yeah y a veces a Grandaddy) tienen la virtud de poner a bailar al personal. Y las ejecutan con aplomo.
Festival Deleste
Segunda edición del Festival Deleste. Gatomidi, I Am Dive, Tuya, Julio De La Rosa, Toundra, Guadalupe Plata y Nice Weather For Ducks. Espai Rambleta. Valencia, viernes 18 de octubre de 2013.
Los momentos de mayor intensidad de toda la noche, en todo caso, llegaron más tarde con las afiladas actuaciones de Julio De La Rosa y Toundra en el escenario principal, el del Auditorio. El primero, presumiendo de la brillante progresión experimentada desde que finiquitó El Hombre Burbuja (aunque aún dé lustre a Kill The Mosquito y Pingüinos y koalas), con una estupenda banda y esas hechuras de Nick Cave sureño que se gasta. Los segundos, solo con el estruendo que su musculosa exhibición de rock instrumental (de filiación siempre esquiva: ¿post rock? ¿progresivo? ¿esquirlas metálicas? ) recrea en un auditorio cerrado. La tónica, ya de por sí notable, se mantuvo con el blues paquidérmico y gozosamente insano de esas alimañas que responden al nombre de Guadalupe Plata, tan atávico como exento de ironía o coartada vintage. Tan contagioso como siempre. Y el colofón, ciertamente festivo, lo pusieron los portugueses Nice Weather For Ducks y sus accesos de polirritmia casi tribal, con apuntes del recurrente africanismo pop y de una psicodelia leve (por algo deben tomar el nombre de un tema de Lemon Jelly). La programación continúa hoy sábado con The Pastels, Triángulo de Amor Bizarro o Tachenko, entre muchos otros.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.