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Albert García Espuche, historiador

“El Born es un escenario bélico menor”

El 'alma mater' del Born ultima un libro sobre la Barcelona de 1714

José Ángel Montañés
Albert García Espuche, ante la librería de su casa.
Albert García Espuche, ante la librería de su casa.CONSUELO BAUTISTA

Albert García Espuche (Barcelona, 1951) descubrió por casualidad los restos del Born. Paseaba una mañana de enero de 2002 cuando, al mirar en el interior del mercado, identificó entre los restos que se estaban recuperando para construir la Biblioteca Provincial de Barcelona parte del Rec Comtal. A los pocos días indicaba a los arqueólogos el nombre de los propietarios y cómo eran las casas que aún no habían excavado. Lo sabía porque llevaba 22 años investigando, a partir de las fuentes notariales, la Barcelona del XVII y XVIII y la conocía a la perfección. Fue el máximo valedor de que los restos no acabaran sepultados o destruidos bajo la biblioteca. Hasta el año pasado dirigió el proyecto del Born y durante este tiempo ha conseguido dar un giro al conocimiento de este periodo en Barcelona, pasando de ser considerado de decadencia a uno de prosperidad. Desvinculado de la dirección del nuevo Born Centre Cultural (BCC) que abrió sus puertas el 11 de septiembre, continúa investigándolo y ultima un libro que explica la vida en la ciudad antes, durante y después del asedio de 1714.

 Pregunta. Ya han visitado el BCC 50.000 personas...

Respuesta. Estaba seguro de que sería así. Tiene muchos atractivos. Es el único ámbito patrimonial de la ciudad consagrado al periodo que explica y es un lugar de memoria fundamental. Y es uno de los pocos lugares del mundo donde se percibe, de forma emocionante, que una ciudad está hecha de capas superpuestas.

P. ¿Que echa en falta?

Los periodos históricos no van asociados a opciones políticas”

R. Es el momento de hacer balance 2002-2013, que es muy positivo. Algunas cosas es mejor olvidarlas. Estos años han sido difíciles, y hasta hace poco ha habido que defender la integridad del yacimiento. Respecto del futuro, tenía prevista una serie de actividades y algunas se mantienen. Habrá que esperar a los próximos años para saber si el proyecto alcanza toda su potencialidad.

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P. ¿Qué les diría a los que se oponían a conservarlos o pedían la cohabitación con la biblioteca?

R. La cohabitación no era posible. El Born ahora no es ni un yacimiento ni un mercado, sino un organismo complejo y único. Confió en que los que siguen en contra se convenzan con el tiempo, como ocurrió con el CCCB. Me parece fantástico que se haya inaugurado el BCC con el yacimiento intacto, pero no entiendo qué ha pasado con la biblioteca.

P. ¿Está politizado el Born?

R. El yacimiento es un espacio de memoria y el símbolo de unos hechos de enorme importancia. Es evidente que se relacionan con unas opciones políticas y ideas de país. Algunos de los temas que suscita el yacimiento no se acabaron en 1714. A unos pocos les preocupaba, en 2002, que se subrayara el período de principios del XVIII, porque era el período “de los otros”. Pero los periodos históricos no van asociados a opciones políticas.

P. Puede pasar factura al BCC.

R. El Born ha de ser un lugar de memoria, conocimiento histórico y contemporaneidad, donde pensar, crear y difundir contemporáneamente en presencia del pasado. Eso es lo que lo diferencia de otros espacios de cultura. Los tres elementos son básicos, y si se bascula demasiado hacia alguno tendrá menos posibilidades de ser todo lo que puede ser. Es un espacio que necesita que la ciudad y los creadores culturales lo hagan suyo.

P. ¿Su labor pedagógica es la principal?

No deseo ser director de nada. Tres veces me propusieron dirigir el Museo de Historia de Barcelona y siempre he dicho no”

R. Es muy importante y es preciso alimentarla con nueva investigación. De lo contrario, el Born no será un elemento vivo.

P. Hay quien defiende que la ciudad del XVIII sigue viva en otras zonas de Barcelona.

R. La calle Montcada, que siempre se cita en esa argumentación, es una calle del XXI. Se ha modificado y reinventado, como todas. En Barcelona no había un espacio del XVII-XVIII que permitiese explicar el período como lo hace el Born. La demostración de que el Born era necesario es que ya nadie habla de decadencia de aquella etapa.

P. ¿Por qué dimitió de la dirección del Born?

R. En 2011 hice una relación del personal que necesitaba el equipo y el calendario de incorporaciones. El proceso fue más lento de lo previsto y eso, unido al empeoramiento de mi estado de salud, en parte por el esfuerzo, llevó a que me apartara. Creo que eso ayudó a que se percibiera la urgencia de incrementar el equipo. En todo caso, yo tan sólo hubiera dirigido el proyecto hasta poco después de la inauguración. En general, no quiero ser director de nada. Me han ofrecido tres veces dirigir el Museo de Historia de Barcelona y he dicho siempre que no. Mis aspiraciones empiezan y acaban en la investigación.

P. Tampoco ha estado en la muestra del asedio como se dijo.

R. Estaba, y aún trabajo, este período. No llegaba a tiempo, porque la labor ha resultado enorme. Trataré de cuatro barcelonas: la de hacia 1700, de pasada porque ahora la conocemos bien, la de la corte de Carles III, la asediada y la derrotada. La corte trastoca los equilibrios de la ciudad y se constata la vida durísima de los muchos valencianos (y otros) que se refugiaron aquí. El asedio, de drama colectivo intenso, permite apreciar cuáles eran las características más sólidas de esa sociedad. Y la etapa posterior al 11 de septiembre muestra la crudeza de la postguerra.

P. ¿Fue equivalente a bombardeos como los de 1938?

R. Sin entrar en comparaciones, he podido comprobar que durante el asedio se vieron afectadas todas las casas, en mayor o menor grado. Y después, ya en frio, los vencedores optaron por derribar mil casas, incluido el barrio de la Ribera, que había sido siempre el más rebelde, y al que se acusaba de haber prolongado la defensa de la ciudad.

P. ¿El Born es la “zona cero” de los catalanes?

R. El Born no necesita adjetivos. La emoción que provoca es enorme, en muchos sentidos. Es difícil no sentir empatía por una población asediada por dos ejércitos y bombardeada. No importa que sea un espacio bélico menor. Es cierto que por las calles del yacimiento contraatacó Villarroel. Pero el Born es testigo evocador de algo más dramático que el momento final del asedio: proporciona la imagen de la ciudad bombardeada, toda ella escenario bélico, y de la represión posterior. La épica cinematográfica impacta, pero prefiero la contención estoica de los notarios barceloneses del período cuando anotan escenas increíbles, y desconocidas, de los 414 días de asedio.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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