Poesía y desobediencia contra la crisis
El Festival da Poesía de Salvaterra llega a su 27 edición, cargado de rebeldía y con relevo generacional en la organización
Un evento cultural camino de las tres décadas de vida debería ser digno de estudio, y mucho más dedicado a un bien tan poco dado a la exaltación como la poesía. El Festival da Poesía do Condado, que hoy comienza en Salvatera de Miño, es un islote cultural inusual, tanto por su longevidad, camina hacia las tres décadas de vida, como por su temática dedicada a enaltecer la palabra. Pero el evento no solo ha sabido resistir a la zozobra cultural imperante, sino que ha sabido renovarse y trazar un relevo generacional en la organización. En parte obligado por bajas significativas, como la de su principal ideólogo y fundador Manolo Soto, fallecido en febrero, y al que habrá emotivas referencias en esta edición que resultará un tanto extraña sin su presencia por vez primera en tantos años. “Las personas que ahora organizamos el festival crecimos en paralelo ya que casi todas nacimos de mediados de los setenta en adelante” recuerda Lara Soto, hija del fundador y una de las jóvenes que ha asumido el reto del relevo generacional de este histórico certamen por el que han pasado artistas como Jose Afonso, Fausto, Vitorino, Milladoiro o Fuxan os Ventos o poetas como Méndez Ferrín, Manuel María, Bernardino Graña o Manuel Rivas.
A lo largo de estas casi tres décadas, su padre y sus compañeros de la Sociedade Cultural e Desportiva do Condado, que este año cumple 40 años, organizaron con pasión un evento crítico e incómodo para el poder, un espíritu que fueron inculcando a los más jóvenes. Siempre con lemas contundentes, como el que encabeza esta edición del festival: desobediencia. “La poesía siempre fue desobediente y por eso hemos elegido esta palabra como respuesta a un contexto social insostenible en ámbitos como la sanidad o la educación”, explica Lara Soto sobre la elección del lema de este año.
Hasta una docena de poetas harán honor a esta idea en el acto central del festival, programado para mañana sábado a las 21,00 horas en el recinto amurallado de Salvaterra, alrededor del cual también habrá cine, exposiciones, debates y artesanía.
En el escenario principal se escucharán las voces de poetas de sólida trayectoria como Chus Pato o el que fuera miembro del colectivo “Rompente”, Alfonso Pexegueiro u otros de generaciones posteriores como Celso F. San Martín, Séchu Sende o Mário Regueira. Así hasta completar el grupo de recitadores, entre los que están Aurora Ceibe, Elvira Ribeiro, Dores Tembras o María Rosende, además de la tradicional representación del ámbito lusófono, este año ostentada por el poeta brasileño Márcio-André.
El acto será presentado por los miembros del colectivo humorístico “Gran Compadre”, y como siempre la palabra irá entrelazada con la música. El sábado las actuaciones correrán a cargo de la Banda Hospitaleira do Minho, un viejo experimento rescatado para la ocasión por un trío musicalmente biodiverso como son la cantante Uxía, Víctor Coyote y el que fue acordeonista de Os Diplomáticos Rómulo Sanjurjo, además del rap incendiario de los compostelanos Malandrómena y de los sonidos festivos de Sacha na Horta y la Magnifique Band dos Homes sen Medo, que también estarán actuando esta noche. Hoy viernes, a partir de las 22,30 horas, tendrá también lugar la tradicional “Noite das Minas”, la actuación de apertura en las cuevas de Doña Urraca, con Mónica de Nut y Virxilio Da Silva, con aforo limitado y un precio de 10 euros.
Este es el único acto de pago del festival, que este año ha recurrido con éxito a la plataforma de crowfunding Verkami, donde ha logrado el objetivo de recaudar los 6.000 euros que necesitaban para completar su financiación. “Probamos este nuevo método y salió muy bien. Todo el mundo se ha portado genial con nosotros, en el apoyo económico y en el moral que también es importante”, apunta Lara Soto. Las pequeñas aportaciones de muchos anónimos y muchas personas conocidas del mundo de la cultura han servido para que el festival resista un año más, y van veintisiete. Un pequeño milagro para un certamen dedicado a agitar conciencias desde la poesía y sobre todo desde las ideas inconformistas que trazaban la personalidad del fundador Manolo Soto. El relevo generacional toma el mando, pero Soto estaría orgulloso de la herencia fiel que pervive en su festival: libertad, independencia y rebeldía. Y este año también desobediencia.
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