“Ya era hora de que reventara la burbuja de la pintura”
Vicente Peris nació en Valencia en 1943 en un edificio que luego sería aplastado por el IVAM. Para entonces ya se había forjado como artista y había roto muchas cáscaras
Vicente Peris nació en Valencia en 1943. Fue en la calle de Na Jordana, en un edificio que luego sería aplastado por el IVAM, pero entonces él ya se había forjado como artista a mucha distancia y había roto muchas cáscaras bajo la bandera de la versatilidad. Lo mismo llevaba estampado el marchamo del nuevo realismo español que hacía intervenciones escenográficas para el Ballet Nacional o pintura de acción con otro animal plástico, Uiso Alemany, hasta ingresar en la pintura infinita.
Pregunta. Empezó pintando sobre el asfalto del Barri del Carme. ¿Fue su Altamira?
Respuesta. Como todos los nanos. No teníamos papeles, solo tiza y tiempo. En la calle no había límites. La calle es muy importante, es la primera vez que te sientes libre.
P. ¿Fue determinante el entorno de artesanos de su calle?
R. Fue la escuela más bonita. Si he aprendido algo, ha sido a mirar los oficios: los metalúrgicos estaban donde está ahora el IVAM, los carpinteros, los tallistas, los imagineros, que policromaban, los artesanos de abanicos… Era precioso.
P. Como los primeros desnudos en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos.
R. Pues claro que sí, porque en el cine Museo esas cosas las cortaban. El barrio era un privilegio.
P. Con todo eso, ¿estaba predeterminado hacia la creación?
Creo en el arte, pero no en la religión del arte. No lo aguanto
R. Era un bagaje inconsciente.
P. ¿Acabó comprándose una pipa y dejándose barba?
R. La barba me la he dejado ahora por primera vez. Pero sigo en esa aventurita, que es la que me motiva.
P. Ha pasado mucho tiempo fuera. 20 años en Madrid, San Francisco, Montecarlo, Venecia, Amsterdam… ¿Estuvo huyendo de algo?
R. Es posible que esté huyendo todavía. Huía del aburrimiento, de lo que se repite, de lo que es siempre lo mismo. Aquí no había luz, estaba todo a oscuras.
P. ¿Se fue para pintar?
R. Buscaba la posibilidad de entrar en algo. Otras oportunidades. Pero sigo igual. Todavía no tengo un futuro. Estoy igual de desorientado. Por eso pinto.
Sigo buscando como siempre, todavía no tengo un futuro claro
P. Cuando volvió, en los años ochenta, se saltó los límites del cuadro en sus acciones con Uiso Alemany.
R. Cuando me fui a San Francisco pintaba cuadros. Cuadros cuadraditos. Y allí descubrí la pintura de gran formato, la pintura del espacio. Las galerías eran una prolongación de los estudios. Me di cuenta de la libertad que tenía aquella gente. No tenían problemas. Alquilé un estudio y me destapé. Me acabé el dinero que había ganado en Madrid y como no podía comprar pintura de color me pasé al blanco y el negro. Me desfogué bien, solté todo el lastre. Luego, tras pasar por Alemania, volví a Valencia, donde la gente todavía pintaba en caballete, y me encontré a Uiso.
P. Y entraron a saco en Bellas Artes.
R. Era un cambio de escuela a universidad y logramos que nos dejaran el edificio del Convento del Carmen. Estuvimos un año pintando en gran formato. Allí me desfogué más todavía.
P. ¿Consumieron más litros de alcohol que de pintura o fue al revés?
R. Bueno, un empresario nos dijo que si le dábamos un papelito nos traería vino. Le dimos cuatro y trajo un camión. Fue una animalada, una orgía. De ahí llevamos nuestras acciones a las Atarazanas, al Matadero…
P. En el Matadero un caballo arrastraba 500 kilos de pintura y dejaba un rastro sangriento sobre la arena. ¿Era la fusión del tiro y arrastre con Giorgio Vasari?
R. Éramos totalmente inconscientes. Eso se filmó e incluso hemos hecho un libro.
P. ¿Demasiado adelantado para aquella Valencia?
R. La gente no se dio cuenta de que lo importante no era la pintura sino la actitud. Y la actitud no la soportaron.
P. Usted empezó en la pintura, pero ha dado el salto a la danza, el vídeo, la música, la fotografía… ¿Cómo se llama lo que hace?
R. Para mí todo es plástica. La plástica está en todo. He aprendido mucho de la música, del teatro, del ballet…
P. Es un entusiasta del silencio.
R. Cuando digo silencio me refiero a la pintura. Siempre que visito un museo me pongo tapones en las orejas. La pintura se desborda con el silencio. Es su mejor fermento. Incluso para crearla requiero silencio.
P. Ha maridado la pólvora con la pintura. ¿No es un sacrilegio?
R. Son cosas que pasan y no tienen explicación. Había una exposición que estaba paseando por el mundo y me pidieron que pintara 300 metros más para traerla a Valencia. No sabía cómo hacerlo y les dije que como no hiciera como una traca… Y me tomé al pie de la letra. Hice pruebas y mezclas hasta que di con una técnica para que la pólvora ardiera y no se quemara la tela. Fue muy divertido. Hicimos una performance en un estudio de televisión.
P. En su trayectoria pictórica ha sido realista, abstracto,... ¿Qué es ahora?
R. Dicen que estoy en medio de lo uno y lo otro. Veo cosas abstractas en la figuración y cosas figurativas en el abstracto. ¿El mar es abstracto o figurativo? La pintura está hablando de muchas cosas a la vez, su base es abstracta.
P. Se fía más de sus manos que de su cabeza. ¿El arte es más orgánico que intelectual?
R. Yo pinto con el cuerpo, con el organismo desconectado del cerebro. Cuando estás pintando, si razonas se derrumba todo. El intelecto juzga, no me fío. Si juzgas, pierdes el hilo.
P. ¿Cree en el arte?
R. Lo que no creo es en la religión del arte. El arte es comunicación y tiene que ser accesible para todos. No hay que adorarlo. No lo aguanto. Si no lo adoras, lo disfrutas más.
P. ¿La pintura también ha tenido su burbuja?
R. Ya era hora que reventara. Estoy contento de que se haya acabado. Ahora se están desmitificando las cosas. La gente ya mira los cuadros sin tener que comprarlos. ¿Para qué los tienen que comprar?
P. Los pintores necesitan vender para vivir.
R. Sí, pero no se trata de fabricar cuadros como si fuera una industria. Prefiero disfrutar de la vida.
P. Una de las últimas cosas que está haciendo es traducir la prensa a la pintura.
R. Mirando el periódico me di cuenta de que había una información plástica magnífica que iba a la basura. El mundo está mezclado ahí y todo se combina. Cogí EL PAÍS en clave de pintura, la plástica de su discurso, que es lo que perdura a la actualidad. Quiero hacer la memoria plástica de lo que es un periódico, porque la pintura clava las cosas para toda la vida.
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