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Festival gallego al otro lado de la frontera

Arranca el Vodafone Paredes de Coura con notable asistencia de espectadores llegados desde España

Uno de los conciertos de la edición del pasado año
Uno de los conciertos de la edición del pasado año

El decano de los festivales gallegos del verano se celebra en Portugal. Concretamente, a apenas 30 kilómetros de la frontera de Tui (Pontevedra), en el pequeño enclave rural de Paredes de Coura, donde un cartel confeccionado siempre con esmero consigue reunir desde hace más de dos décadas a miles de aficionados a la música. La organización espera en la edición de este año, que comenzó suavemente el martes a la espera del acelerón del jueves, a más de 80.000 personas, a razón de 10.000 por día en su arranque y 20.000 el resto, atraídas por el tirón de artistas como The Knife, The Vaccines, Echo and the Bunnymen, The Horrors o Belle and Sebastian. Como cada año, alrededor de una tercera parte de la concurrencia procederá de Galicia.

“La afluencia de españoles, en un 80% o 90% procedentes de Galicia, es normal desde hace ya unos cuantos años, cuando la calidad del cartel mejoró considerablemente”, sostiene José Barreiro, director del festival, responsable también del gemelo del Primavera Soud de Oporto. Entre las señas de identidad del Paredes de Coura hay que citar el anfiteatro natural del mayor de los escenarios, en la ladera tapizada de hierba del río Tabuao, y la cuidada zona de acampada, imprescindible dada la limitada capacidad hotelera de la zona. Eso significa que nada de ambientes polvorientos y –dato interesante para el público del sur de Galicia-- poco o nada de atascos al final de los conciertos.

El patrocinio de Vodafone ha permitido revitalizar un cartel que en las dos últimas ediciones obligó a sustituir dinero por ingenio, ya sin posibilidades de contratar artistas como Coldplay, Frand Ferdinand, Sex Pistols, Arcade Fire, Morrisey o Foo Fighters. Con ese respaldo económico, la organización también ha aplicado unas cuantas novedades, entre ellas una escenografía especialmente cuidada. En 2010, el Ayuntamiento de A Coruña participó con 36.000 euros con el objetivo de promocionar la ciudad entre los asistentes. “Fue una apuesta por un solo año, así lo sabíamos cuando lo concretamos y en efecto no tuvo continuidad”, sostiene el director del festival, satisfecho por la respuesta del público en estas jornadas previas a los platos fuertes.

El cartel de este año, que confirma el incipiente giro hacia la música electrónica, invita a quedarse los tres días principales. The Knife, The Vaccines y Hot Chip el jueves; The Horrors y Echo and the Bunnymen el viernes, y Calexico y Belle and Sebastian la noche final son buenas razones para descartar visitas de un solo día. “Las expectativas de asistencia son bastante realistas, porque contamos con un cartel muy interesante y, una vez más, estamos registrando una gran demanda desde Galicia”, explica José Barreiro.

Para su máximo responsable, la clave de la longevidad del festival reside en su concepto rural, “con mucha acampada, y con un público muy vinculado al recinto; durante tres o cuatro días, o durante la semana entera en la que permanece abierto el camping, los espectadores se vienen a vivir al pueblo”. Pero por encima de cualquier otra razón, la larga vida de este clásico de los festivales solo se puede entender desde la afinada cultura musical del país vecino, como se puede comprobar en sus emisoras de FM. Lo que para un español es música indie, para un portugués es cultura de masas. “El indie se ha transformado en mainstream (mayoritario)”, sostiene José Barreiro. No cabe duda de que está hablando de su país.

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