Talavante por la puerta grande y chispazos de Morante
El torero de la Puebla cortó una polémica oreja del quinto
El toro que abrió plaza, de Juan Pedro Domecq, salió ya moribundo. En los lances de recibo Morante sorteó un apuro, al hacerle hilo el toro, en el remate de una media. No se vio a Morante con la capa: se le intuyó, solamente. Con todo lo acabado que estaba, el toro cumplió como pudo en varas: dos entradas. Claudicó al salir de la segunda, pero a la espera estaba Morante y el público solo protestó levemente. A orden de ¡capotes arriba! el de Juan Pedro se salvó por la campana, pero no tenía futuro. Morante lo intentó, mas no había solución. Ni con el rabo podía el toro.
El tercero, también con el hierro de Juan Pedro Domecq, se acabó en varas. Le dieron de lo lindo en la primera y ya se quedó para los restos. Morante dejó tres bocetos de muletazos, nada más. El toro se apagó enseguida y pagó cara la factura que le pasó el picador de turno. Y Morante se aburrió pronto. Decepción.
El colorado que saltó quinto tampoco dejó a Morante estirarse con la capa. No se vio el capote de Morante en toda la tarde. Manseó en varas y fue suelto y distraído en banderillas. La faena no empezó bien, poco toro en el ruedo y Morante sin encontrarse. La bronca amenazaba. Pero la historia de la tarde encontró a un Morante insistente, trabajador. Y la faena, que parecía hundirse en la miseria levantó vuelo como por arte de magia. Y de pronto cambió el panorama. Del tormento no al éxtasis, pero casi. No hubo ni muletazos ni series completas, pero sí chispazos de enorme compostura. Muy centrado Morante. Muy sensible la gente. Un artista como Morante con el mono de trabajo no casa, pero ni aun así perdió pizca de distinción. Se aplaudía todo, lo que se veía y lo que se intuía, que era lo más. Con el toro totalmente en tablas, Morante erre que erre. Tanto que le avisaron antes de entrar a matar. Molinetes marca de la casa; compostura siempre. Y una estocada hábil. Oreja pedida por muchos y protestada por otros. Polémica, que es lo que toca en estos casos. Y, en el fondo, todos encantados.
DOMECQ, DEL RIO / MORANTE, TALAVANTE
Tres toros de Juan Pedro Domecq, lidiados en los lugares impares, y otros tres de Victoriano del Rio. Desiguales de presencia. Sin fuerzas los de Domecq, además de muy manso el quinto. De los de Victoriano destacó el segundo que aunque manso en varas fue vibrante en la muleta.
Morante de la Puebla. Pinchazo y media sin pasar (silencio); tres pinchazos (silencio); -aviso- casi entera hábil (oreja con algunas protestas).
Alejandro Talavante. Estocada (oreja); pinchazo y cuatro descabellos (silencio); entera –aviso- y descabello (oreja).
Plaza de Valencia, 27 de julio. 5ª de Feria. Casi tres cuartos. Tras el paseíllo se guardó un minuto de silencio por las víctimas del accidente ferroviario de Santiago de Compostela.
Muy justo de presencia, demasiado justo, el segundo, de Victoriano del Rio. Manseó en varas, al salir suelto de la segunda. Pero se vino arriba en banderillas e hizo hilo a Fernando José Plaza al salir del primer par. Talavante alzó el telón de la faena con cinco por alto, sin enmienda, y el remate del desprecio. Mucho nervio en ese toro. Impetuoso. Se comió la muleta en la primera serie con la izquierda que le recetó Talavante. Serie vibrante. Aguantó, se acomodó a la velocidad del toro, templó y sorteó el tornillazo final. Con la muleta en la derecha volvió a pisar muy seguro. En un cambio de manos y al intentar de nuevo uno del desprecio, Talavante cayó en la cara del toro. No pasó nada. Bien medida la faena. Sin excesos. Las manoletinas finales, en cite de frente, fueron provocativas. El pulso que le propuso el toro, lo bien ganó Talavante.
Grandón, no muy fino, el cuarto. También de Victoriano del Rio y no muy sobrado de fuerzas. En la segunda entrada al caballo descabalgó al picador de un topetazo enorme. Ni esta vez ni la primera, el toro apenas fue castigado. Apagadillo en ese primer tercio, pareció revivir en banderillas. Mero espejismo. Buscó los adentros a la mínima oportunidad y en ese terreno Talavante se lo pasó. El toro se tragó los muletazos sin ton ni son. Faena mortecina. Sin relieve. Todo carente de emoción.
Talavante cerró la fiesta con un toro de Victoriano que se permitió dócil. Había tomado un primer puyazo dejándose hacer y hasta un punto empleado. Sin humillar del todo, pero muy franco en la muleta. Talavante, sin florituras, se lo llevó a los medios y se acomodó. Por uno y otro pitón lo toreó a gusto. Sin romper, al aire algo cansino del toro, se templó esta vez más despacio. Muletazos los hubo buenos, por los dos lados. Las benardinas de broche dejaron la faena lista para sentencia. Solo que Talavante perdió el equilibrio y quedó en tierra a merced de toro, que le perdonó aunque no se salvó de la paliza.
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