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El ‘rocanrol’ de Los Enemigos deja en solfa el concepto de lo ‘indie’

Two Door Cinema Club pone patas arriba el Low Cost con un sonido excepcional

Los Enemigos, durante su actuación en el Low Cost de Benidorm.
Los Enemigos, durante su actuación en el Low Cost de Benidorm.PEPE OLIVARES

¿Qué es más indie, el rock de garaje o la modernidad hipster que podría llenar un estadio? Con el verano crecen los festivales denominados indies (de independiente) como setas. Qué queda del significado original de la palabra viendo en qué se han transformado los carteles de los festivales o comprobando las listas de los patrocinadores, pocos lo saben. Hay propuestas festivaleras que parecen estar hechas para llenar un estadio, como la de Two Door Cinema Club, y otras que, por su sencillez, aparecen ante el espectador como algo totalmente personal, hecho sin pretensiones de gustar, algo fuera de lo convencional. Esta, que nadie se alarme, sería la de Los Enemigos.

Bastan pocos ingredientes para dar un buen concierto: cuatro músicos bien puestos, con callo en las yemas de los dedos, temas trabajados y unas luces para que público y artistas puedan verse las caras en medio de la noche. De fondo, una lona con la raspa de un pescado repelada. ¿No son tiempos de austeridad? Toma dos tazas. De bourbon, además. Los Enemigos no especulan. Ni siquiera tienen que hacer cambio de instrumentos entre canciones (algo que en los festivales indies comienza a resultar pelmazo con tanto ukelele, tambor de la orquesta del instituto y/o reprogramaciones de máquinas).

La sencillez de esta propuesta hace pensar en el origen de la palabra indie, aunque lo que suene sea puro rock urbano. Qué mejor apertura que un temazo instrumental como el Ataque de los Hombres Bruster y un alarido en forma de saludo con la última nota aún vibrando: “Buenas noches, ¡que no nos han presentado!”. Y para qué. La advertencia de Josele Santiago no requiere de contestación por parte del público. “Bienvenidos al club de los que vamos a triunfar”, podría haber gritado sin cinismo como cantó después. La mitad del campo de fútbol que sirve de escenario a una marca de cerveza sabe a lo que ha venido: música sin mentiras, riffs que te hacen cosquillas en la cadera y te vuelven los pies locos, apenas fracciones de segundo entre temas. Ni una sonrisa, ni una concesión cómplice salvo alguna ironía entre canciones. Al guitarra Manolo Benítez parecía que le hubieran clavado los pies al suelo.

Qué mejor apertura que un temazo instrumental como el 'Ataque de los Hombres Bruster'

Brindis, Desde el jergón, Septiembre, John Wayne son canciones que crean imágenes en la mente del que escucha y hacen querer correr a desempolvar los viejos discos de estos músicos para enfangarse en vidas perdidas y castigadas. Temas que hace a la gente abrazarse en corro para dar voz al asfalto, al perdedor, a los varapalos de la vida y al destilado de malta, aunque dicen que Los Enemigos le dan ya más a la manzanilla. Alguien levantó un dedo al cielo, quizás agradeciendo que en algún momento alguien pensara que Los Enemigos debían rejuntarse de nuevo tras 11 años cada uno por su lado. Tocaron lo que tenían que tocar, lo que hacen desde la segunda mitad de los 80 del siglo pasado, saludaron agradecidos y chimpón. A la ducha.

A la espera del concierto estrella de la medianoche, Veronica Falls se presentaba como una magnífica banda sonora para avituallarse antes del concierto estrella de Two Door Cinema Club. Dicen que la Velvet Underground es la principal influencia de la banda más hipster del año pasado, pero su final de concierto recuerda a Siouxie and the Banshees. Quizás la distorsión auditiva del crítico proceda de la deglución de un kebab andaluz -sí, con salmorejo-, aunque todo se digiera en una comodidad que es de agradecer.

Concierto de Los Enemigos.
Concierto de Los Enemigos.PEPE OLIVARES

La zona de comidas, el mercadillo, el recinto en general del Low Cost no presenta agobio alguno. Es algo digno de loa, especialmente con una humedad que roza el 80%, que la organización haya primado la comodidad del festivalero frente a la aglomeración en favor de la caja: 21.000 personas en el día de apertura, 4.000 más que el año anterior. Que tomen nota otros festivales.

Algún guarro que no se percató de que quitarse la camiseta para sudar a gusto le puede hacer la vida más cómoda a él y más asquerosa a los que le rodean. Sudorosos desconsiderados aparte, el aluvión de gente que se esperaba para el concierto de la medianoche y que remoloneaba en los bares alrededor del recinto entró sin ningún tipo de problema. Parece imposible que se repita una desgracia como en el Madrid Arena con esta organización.

Así ni con la banda estrella hubo sensación de asfixia. Two Door Cinema Club son insultantemente jóvenes y no se podía esperar otro comienzo para alguien que se está comiendo el mundo: duro y frenético. Superluminoso. Guitarras aceleradas que incitan al baile. Temas que en algunos casos denotan una batería de ritmos programados, por mucho que contraten un humano para los conciertos. Una fórmula perfecta que puso a mover el esqueleto de una gente que sudaba ganas de bailar ya antes del concierto danzando al ritmo de cualquier canción dance veraniega del pasado que les pusieran. Sirva de ejemplo: This is the rythm of the night, de los italianos Corona. La organización debería pensárselo. Después de todo, cualquiera cabe en un festival indie hoy en día.

Los Two Door Cinema Club enlazaron cinco canciones vibrantes

Los Two Door Cinema Club enlazaron cinco canciones vibrantes que acabaron en un valle de otras cuatro de pura intrascendencia musical para volver a soltar una batería de temas que en algunos casos sonaban muy parecidos. Nada que objetar por parte del respetable: la gente bailaba, era feliz. A la austeridad de estos tiempos, pura diversión. Las escenas invitaban a empatizar danzando, a saltar olvidándose de todo. Los miembros de TDCC se creen su propuesta: Alex Trimble tiene visos de ser un gran front man. Allí aguantó el chaval vestido con chaqueta y corbata, dándose un respiro al final con un cigarrillo para entonar precisamente Cigarrettes. Y cuando sonó el superéxito What you know como postre final, el estadio explotó en alegría. Todos estábamos contentos, todos parecíamos estar en un anuncio de telefonía móvil o de una bebida de cola.

Luego vinieron Lori Meyers, Svper, Delorian, los Chk Chk Chk!!! y toda la electrónica necesaria para aguantar la noche de un festival indie que avisa de muchas cosas para el futuro.

Y sin embargo, ¿cómo puede uno salir del recinto pensando en el concepto de lo indie y venirle a la cabeza el estribillo de un rocanrol -así, escrito bien- de unos tíos que parecen ajenos a la estética más allá del negro total, que salen sin adornos a sudar y tocar vida? TDCC pueden dejarte exhausto y sin memoria de lo acontecido más allá de cuatro temas con una sensación de haberlo pasado bien; Los Enemigos, sin pretenderlo, te abandonan con preguntas y un estribillo que persigue más que una canción convertida en politono como What you know: “¿Eres tú John Wayne o lo soy yo? ¿Mascas tabaco o lo masco yo?” ¿Bebes tu bourbon o lo bebo yo?”. ¿Eres tu indie o lo soy yo? Seguramente también tengan la respuesta: “¿Por qué has tenido que crecer? Maldita la hora”.

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