El juez manda investigar la custodia de los restos de la finca de Bretón
La perito que erró con el origen de las pruebas siembra dudas sobre cómo se guardaron
Josefina Lamas, la perito forense de la policía que identificó erróneamente los huesos calcinados de Las Quemadillas —la finca donde José Bretón habría quemado presuntamente los cadáveres de sus hijos— ha admitido que se equivocó. Que cometió el error de confundirlos con huesos de animales cuando en realidad, sin ninguna duda eran de niños. La perito ha coincidido en su declaración con la persona que descubrió su error, el profesor de Medicina Legal de la Universidad del País Vasco Francisco Etxeberria —que también ha ratificado que se trataba de críos—, pero al mismo tiempo dio una gran baza a la defensa de Bretón al sembrar dudas sobre la custodia de los restos que obligaron al juez a abrir una investigación.
Aquel error ha cimentado la estrategia de José María Sánchez de Puerta, abogado del presunto parricida. Y las palabras de la perito han servido de argamasa para aguantar esa tesis, que se centra especialmente en la desaparición de una de las muestras —el resto óseo catalogado con el número 8— lo que, a su juicio, demostraría errores en la cadena de custodia, según el letrado. Así, tras reconocer su fallo y a preguntas de Sánchez de Puerta, la perito ha asegurado que dicho hueso no pudo deteriorarse hasta el punto de desaparecer sin dejar rastro. Otras versiones apuntan a que el hueso, además de estar en muy mal estado, se usó en los análisis para saber si en la hoguera de Las Quemadillas se usaron acelerantes.
Viendo tres vértebras ya quedaba claro que no eran de roedores
Después, la experta ha empezado a sembrar dudas basadas en rumores que hacían referencia a cómo se guardaron los restos, especialmente desde que intervino Etxeberria para enmendar su error. La perito ha insinuado que algún hueso pudo perderse fuera de las dependencias policiales porque había escuchado ciertos “cotilleos” acerca de que a Etxeberria le enseñaron los huesos en un bar, al margen de todo control judicial. “Me dijeron que los huesos se habían ido de copas”, ha dicho sin más. El presidente del jurado, el juez Pedro Vela, ante tales acusaciones, ha deducido testimonio de las palabras de la forense y las ha remitido a un juzgado de instrucción para que inicie una investigación.
Etxeberria, presente en la sala, ha negado estas afirmaciones que ha calificado de “chuscas”. La fiscal, por su parte, ha exigido a la perito que dijese en la sala los cargos, nombres y apellidos de las personas que le contaron ese chascarrillo. La perito ha respondido que no lo recordaba. Solo ha alcanzado a decir que fue “un compañero de la Policía Científica de Córdoba”.
El error de la experta dejó —en su momento— en un callejón sin salida la instrucción judicial que indicaba que la clave del paradero de Ruth y José estaba en la hoguera prendida por Bretón en Las Quemadillas. Diez meses después tuvo que rectificar ante el alud de informes —encabezados por el de Etxeberría— que subrayaron, sin género de dudas, que eran humanos y de niños de edades similares a las de los niños de seis y dos años.
“Me equivoqué”, ha reconocido la perito ante el jurado antes de abrir la caja de los truenos con sus insinuaciones. “Cuando hice el primer informe consideré que los huesos eran de naturaleza animal. Luego me di cuenta de que me había equivocado. Sobre todo fue a raíz de ver un axis (una vértebra). Aquello me iluminó con respecto a mi error”, justifica la especialista.
La defensa ha encontrado una baza para tratar de anular los indicios
Etxeberria ha explicado en el juicio que la primera vez que abordó el asunto fue el 12 de julio de 2012 en una conversación con Luis Avial, experto en georradares. Avial había rastreado sin éxito Las Quemadillas en busca de los niños. Etxeberria se puso en contacto con Reposo Carrero, la abogada de la madre, que le envió fotos de los restos.
Etxeberria abrió las cajas con los huesos el 14 de agosto pasado. “Solo viendo tres vértebras ya quedaba claro que no eran de roedores, pues tienen morfología humana”, afirma. “Me atreví incluso a decir que no son vértebras de un adulto”. El resto de análisis, sobre todo el de los dientes, determinó que, efectivamente, eran niños. No ratones.
El prestigio del asesino Hellín
La familia de Yolanda González Martín, la joven de 19 años asesinada a tiros en 1980, ha solicitado a la fiscalía que recuse a Emilio Hellín Moro, su asesino convicto, que ha sido llamado a declarar como perito en el juicio sobre la muerte de Ruth y José. Sus hermanos, Asier y Amaia, han enviado un escrito al fiscal jefe de la Audiencia Provincial de Córdoba para que solicite que se impida su participación en el juicio y apelan a su deber constitucional de proteger a las víctimas de los delitos. En el documento, la familia expresa su “absoluto respeto al dolor que está atravesando la familia de los menores presuntamente asesinados, víctimas también de los gravísimos delitos atribuidos al acusado”, José Bretón. Al mismo tiempo, aseguran que, los antecedentes de Hellín, que se fugó de la cárcel tras ser condenado aprovechando un permiso penitenciario, demuestran “la completa ausencia de credibilidad que debe atribuirse a quien tiene estos pésimos antecedentes delictivos”. Los hermanos de Yolanda consideran, además, que existe una causa legal de recusación de Hellín, el hecho de tener “interés indirecto” en la causa. “Su convocatoria y presencia en dicho juicio, de resonancia nacional e internacional (...) le garantiza social y profesionalmente un supuesto prestigio y reconocimiento con el que pretende enterrar su pasado criminal”, concluyen.
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