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Tras las notas, cocina castiza

La batuta del director de la Banda Sinfónica Municipal de Madrid apunta a restaurantes tradicionales rodeados de naturaleza donde reponer fuerzas después de las actuaciones

Rafael Sanz Espert, en el pabellón de la Casa de Campo donde ensaya.
Rafael Sanz Espert, en el pabellón de la Casa de Campo donde ensaya.CARLOS ROSILLO

1. Pabellón 12 de la Casa de Campo. Es el lugar de ensayo de la Banda Municipal de Madrid. En una de sus salas preparamos los conciertos que luego ofrecemos a los madrileños. Un sitio idóneo para dejarse llevar por la música y la naturaleza.

2. El Urogallo. Restaurante situado a orillas del lago al que acudimos algunos músicos tras los ensayos. Cocinan un pulpo a feira que nos encanta. A partir de la primavera se puede comer al aire libre y es una gozada relajarse frente al lago después de una jornada entre partituras (lago de la Casa de Campo).

3. Barrio de Las Cortes. Nada mejor que disfrutar de un buen espectáculo del género chico en el teatro de la Zarzuela (Jovellanos, 4). Suelo ir acompañado por los amigos de la Orquesta de la Comunidad de Madrid y nos gusta perdernos por sus calles. Siempre hay algún restaurante o café por descubrir.

4. El pabellón del Espejo. Durante la temporada de invierno, la banda municipal ha ofrecido varios conciertos en el teatro Fernán Gómez (plaza de Colón, 4). El Café del Espejo, que está muy cerca, era el lugar al que acudíamos después de nuestra puesta en escena (paseo de Recoletos, 31).

5. Plaza Mayor. Uno de mis sitios favoritos de la capital. El pasado 10 de mayo la banda ofreció un multitudinario concierto. La acogida de los madrileños fue, una vez más, muy emotiva. Cuando finalizaron los últimos aplausos nos acercamos a las tabernas de la Cava Baja para degustar los platos más castizos regados con vinos de la tierra. Música, gastronomía y contacto con las gentes, ¿Quién pide más?

6. Las Meninas de Velázquez. Fideos con almejas, caldillo de perro o morcillo a la madrileña son algunos de los platos que preparan en este restaurante del barrio de Chamartín. El trato del personal te hace sentir como en casa (paseo de la Habana, 84).

7. Auditorio Nacional. Recuerdo la primera vez que pisé el Auditorio para disfrutar de un concierto del gran maestro Sergiu Celibidache. Viajé a Madrid con un buen amigo y compramos las mejores entradas que había. Una vez allí, cambiamos nuestras butacas a dos señoras que estaban sentadas justo al lado del coro porque queríamos ver al maestro de cerca. Ellas pensaron que les tomábamos el pelo pero al final aceptaron el trato. Fue un concierto memorable (Príncipe de Vergara, 146).

8. La Scarpetta. Soy un apasionado de la comida italiana y me pirro por la pasta fresca de este restaurante. Recomiendo que no se vayan sin probar los espaguetis con gambas al cartoccio, la pizza vegetariana y el tiramisú casero (Ariel, 15).

9. Centro Cultural Conde Duque. Una noche de verano dirigí en su patio central a la Orquesta y Coro de la Comunidad junto a Miguel Bosé. Recuerdo los movimientos de mi batuta, cómo fluía la melodía de los instrumentos y cómo sonaba la voz del cantante en ese espacio. Este mes vuelvo al centro con la Banda Municipal (Conde Duque, 9-11).

10. Casa Santa Cruz. Conocí esta casa de comidas por unos amigos. El menú del día que preparan es para auténticos glotones. Muchas veces puedes tener suerte y encontrar en la carta las ortigas de mar, una deliciosa alga que no se encuentra en cualquier sitio (parque de los Castillos, s/n, Alcorcón).

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