Bambalinas en la ‘suite’ real
El hotel InterContinental convierte sus estancias los fines de semana en un enorme teatro
Si el teatro ya es de por sí tridimensional, esto es como el salto a una cuarta dimensión: aquí el espectador está incrustado dentro de la obra y se mueve libremente dentro de la enorme escenografía que es un hotel, en este caso, el lujoso hotel InterContinental. Once actores guían a los espectadores, que van en parejas, de escena en escena de lo más alto a lo más bajo, atravesando el sistema circulatorio que anima al edificio. Esta experiencia teatral se llama Inside (www.popuptheatrics.com) y se puede ver en el InterContinental los viernes, sábados y domingos hasta el día 23 de junio.
La cosa surgió cuando el director escénico Darío Facal supo en Nueva York de este nuevo concepto concebido por la compañía PopUp Theatrics, de Ana Margineanu y Tamilla Woodard. Representaban pequeñas piezas teatrales en habitaciones de hoteles de México y Nueva York. “La diferencia es que aquí decidimos que no se representasen solo unas escenas individuales, sino que hubiera un hilo argumental que las uniera a todas a través de las instalaciones del hotel”, explica Facal. Parejas que entran absurdos bucles de discusión, cajas misteriosas, extraños descubrimientos, personas maniatadas en rincones extraños…
“Enseguida me enamoré de las partes traseras del hotel y de la posibilidad de que los espectadores, que siempre están en los espacios públicos, pudiesen salir de estos espacios más lujosos y ver las partes de trabajo”, dice Facal.
En efecto, algunas escenas ocurren en lugares como la lujosa Suite Real (400 metros cuadrados, con un precio de 4.500 euros la noche, aunque si resulta ocupada por un cliente se prevé utilizar otro espacio), el office de la gobernanta, los sótanos, pasillos, escaleras o ascensores. Los espectadores son guiados por actores que en ocasiones les separan y que les dan pequeñas pistas para continuar su camino a través del edificio, un poco como si nos hubiéramos metido en un videojuego 3D. Además, cada uno de los dos espectadores lleva un teléfono donde escucha una voz: “La idea es que la voz no llegue a ser un personaje, sino que sea un narrador omnisciente. Aunque las voces vayan cambiando, la relación con el espectador es la misma, como una especie de acercamiento a la esquizofrenia, en el sentido de escuchar varias voces dentro de tu cabeza”, explica Mario Tardón, uno de los dramaturgos.
Como lo que escucha cada espectador es diferente, al final sacarán diferentes conclusiones, aunque hayan visto lo mismo. Para la experiencia, diferentes dramaturgos, en un proceso creativo que duró tan solo una semana, escribieron textos para los actores, todos ellos alumnos de la escuela Work in Progress, que dirige Facal.
Ultimamente se ven florecer muchas propuestas teatrales en formatos micro y espacios no convencionales. “Es cierto”, comenta Facal, “pero las cosas no merecen la pena por el mero hecho de hacerse un espacio no convencional. Lo que aporta valor es aprovechar las posibilidades de ese espacio, como tratamos se sacarle partido al hotel”.
“Este proyecto”, explica Tardón, “tiene que ver mucho con la época en la que vivimos. Se está generando una nueva dinámica de relación social, hace unos años tal vez un hotel no se prestase a esto, pero estamos abriendo mentes y la colaboración entre espectadores, creadores y espacios nos está llevando a investigar cosas que son deudoras de esta época. No se podría haber creado en otro momento”.
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