El Parlament prohíbe los somatenes a los que dio alas Felip Puig
Todos los partidos, excepto el PP, votan a favor de vetarlos de “forma inmediata” y que los Mossos d’Esquadra asuman el patrullaje rural
El exconsejero de Interior Felip Puig no pudo votar ayer en contra de sí mismo porque ya no es diputado. Pero sí vio como todos los partidos, a excepción del PP, lo hacían. El Parlament aprobó pedir al Gobierno que prohíba de “forma inmediata” la figura del somatén, el payés que, organizado en patrullas, protege las zonas rurales. Puig bendijo tácitamente esta figura en su etapa como responsable de Interior (2010-2012), e incluso en sede parlamentaria esgrimió que la colaboración ciudadana con la seguridad es habitual en los países más avanzados de Occidente.
Su sucesor en el cargo, el democristiano Ramon Espadaler, ha puesto fin a esa situación, que los propios sindicatos de policía veían como un peligro. Según fuentes parlamentarias, Espadaler está detrás del voto a favor que el grupo de CiU ha dado a una moción presentada por Ciutadans, con una enmienda de ICV-EUiA, que pedía la prohibición del somatén.
Un somatén: “Es inútil. ¿Cómo nos impedirán que salgamos a patrullar?”
Los partidos también piden que se incremente la presencia de Mossos d’Esquadra en las zonas rurales afectadas por los robos. “Es a la Generalitat y no a los particulares a quien corresponde el mantenimiento de la seguridad”, afirmó ayer el diputado de Iniciativa Jaume Bosch, en su intervención. Su grupo siempre se ha mostrado contra de las patrullas rurales. Un año antes, con Puig en Interior, presentaron una enmienda similar. “Entonces se nos tachaba de urbanitas que desconocíamos la realidad de las zonas rurales”, criticó Bosch. “Pero la prohibición de los somatenes beneficiará primero a los payeses, que están haciendo una labor que no les corresponde, y a los Mossos d’Esquadra después, que verán reconocido el principio de que es la policía quien tiene que velar por la seguridad, no los vecinos o los payeses”, añadió.
El diputado Pere Calbó, del PP, el único partido que votó en contra, acusó al Parlament de “criminalizar” a los payeses por “defender lo que es suyo”. E incluso comparó, a través de su cuenta en Twitter, al Gobierno actual con el tripartito: “Espadaler, con los somatenes, desautoriza las políticas de Puig. ¿En qué más le desautorizará? Vuelven las políticas del tripartito”.
Los somatenes actuales nacieron a principios de 2012, en la localidad de Alcarràs (Segrià). El aumento de robos en la zona llevó a los agricultores a tomar la determinación de patrullar por su cuenta sus fincas. Pero con la condición de que sus únicas armas serían una linterna para alumbrarse y un teléfono móvil con el que avisar a la policía si las cosas se complicaban. El 26 de mayo un supuesto ladrón murió cuando trataba de zafarse de unos somatenes. Los payeses le sorprendieron cuando intentaba robar en un almacén agrícola de Maials e iniciaron una persecución. El hombre murió de un paro cardíaco.
A pesar de que aquella muerte no se atribuyó directamente a la acción de los somatenes, el debate se reabrió. Los sindicatos policiales afearon a Puig el apoyo que daba a las patrullas. Espadaler, nada más asumir su cargo, viajó a Lleida, donde más abundan las patrullas rurales, y anunció que no se iban a reconocer legalmente. La futura ley del sistema policial de Cataluña “no regulará, amparará y mucho menos promoverá” los somatenes, aseguró el consejero de Interior.
Hasta el momento, hay cerca de una decena de patrullas de somatenes nocturnas en Lleida, sobre todo en las comarcas del Segrià y Les Garrigues. Los agricultores se quejan de que no hay suficiente vigilancia en el entorno rural y que se ven solos ante el expolio de sus campos: desde la maquinaria hasta los sistemas de riego de los que los ladrones extraen el cobre.
El Parlament pide también que se incremente la cifra de Mossos d’Esquadra
“Es inútil. ¿Cómo nos impedirán que salgamos a patrullar?”, se quejó ayer Benjamí Ibars, miembro de la primera patrulla de somatenes de Alcarràs. Ibars defiende que los robos han aumentado y que mientras no haya otra solución las vigilancias seguirán. “Esto solo servirá para reforzar el movimiento. No queremos ser un cuerpo parapolicial, nos limitamos a informar y avisar si vemos algún vehículo sospechoso”, añadió ayer Manel Esquerra, portavoz de los somatenes de Alcarràs, que aseguró que la policía no ha “dialogado” con ellos, ni “conoce” el problema, que es mayor de lo que muestran las estadísticas.
El Parlament también pidió ayer que se incremente el número de policías; hasta ahora las nuevas promociones están congeladas por los recortes presupuestarios. La Cámara, en cambio, no aprobó que se faciliten más chalecos antibalas a los agentes, ni más vehículos.
El de ayer es un nuevo paso de Espadaler en contra del legado de su antecesor en el cargo. Si Puig asumió sus competencias con el objetivo de “tensar la ley hasta allí donde esté permitido y un poco más”, Espadaler se comprometió en sede parlamentaria a recuperar el denostado código de ética de los Mossos d’Esquadra que Puig eliminó.
También Espadaler ha dotado a la unidad antidisturbios de un número operativo policial. Se trata de una combinación de ocho letras y cifras que los agentes llevan impresa en la espalda del chaleco que se colocan encima de su número de identificación, y que impide que los ciudadanos puedan saber, a simple vista, qué agente tienen delante. Esa medida supuso que por primera vez se cumpliese la ley, puesto que el exconsejero Joan Saura, en la etapa del tripartito, aprobó un decreto que obligaba que todos los agentes (menos cuando llevan el traje de gala) fuesen identificables. Espadaler, sin embargo, siempre ha negado un cambio de rumbo en la consejería.
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